Sevilla
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Cuando se piensa en el recetario sevillano se asoman decenas de platos. Todos ellos dignos de saborear cualquier día. Las diferentes culturas que han pasado por  Andalucía han legado a esta tierra verdaderos manjares. Así es el caso del gazpacho, de origen árabe, o de los garbanzos con espinacas, con claras influencias romanas.

Provengan de donde provengan, lo que está claro es que es un gusto comer en Sevilla. Aunque en los últimos años se está extendiendo la moda de los platos de autor con curiosos contrastes, al sevillano le sigue encantando comer a base de un montadito o una tapa de ensaladilla.

De todas las opciones que conforman la gastronomía, hay algunas reliquias que no se suelen ver en los bares de la capital hispalense. Es el caso de aquellos platos centrados en la casquería, un término que alude a las entrañas de los animales.

La sopa de hígado de cordero, los riñones de cerdo al Jerez o los callos a la andaluza son algunos de los componentes de la extensa lista de platos típicos del sur de España y que pueden resultar ajenos a ojos de extraños.

Atendiendo a esto, la sangre encebollada es uno de estos platos ricos en proteína y de un sabor exquisito. Además, para hacer esta receta no se necesitan muchos ingredientes y el resultado se consigue en poco tiempo. 

A pesar de que siempre está bien hacer este tradicional plato en casa, la realidad es que hay veces que apetece disfrutar de una tapa de sangre encebollada en una terraza al sol.

Esto se ha convertido en una misión muy difícil de cumplir en Sevilla. Sin embargo, hay algún que otro rincón que sigue apostando por este plato.

Es el caso de la Bodeguita Nicomendes, en Santiponce, a media hora de Sevilla. El ambiente que se respira en este sitio es el de toda la vida. También su carta transmite esta sensación. El encanto de su contexto lo marcan las celosías en el patio principal, botas de vino detrás de la barra o una prensa de vino blanco usada como mesa.

No obstante, para quienes se decanten por ponerse manos a la obra y elaborar este típico menú, deberán tener a la mano cebollas, ajos, vino blanco, laurel y sí, sangre. 

  • Primer paso: en una sartén con aceite caliente pondremos las cebollas cortadas a la juliana (de forma alargada) los ajos laminados.
  • Segundo paso: mientras la mezcla se pocha, hay que cortar la sangre a cuadrados. Hay que tener en cuenta que si se corta en trozos muy pequeños se puede deshacer. 
  • Tercer paso: una vez que la cebolla y los ajos están pochados, se añade la sangre, las hojas de laurel y se salpimienta. 
  • Cuarto paso: por último, se añade cualquier vino blanco y se deja cocinar hasta que este se evapore.