Internet se ha convertido en un universo insondable e inescrutable. Y el día en el que uno cree haberlo visto todo, llega algo nuevo que, directamente, te vuela la cabeza. Puro surrealismo en código binario dispuesto para la procrastinación y el consumo humano (que no tanto para su entendimiento).
El último ejemplo es el de Benjamin Bennett, un joven norteamericano que tiene un canal en YouTube al que sube vídeos grabándose a sí mismo. Con esta descripción podría parecer un youtuber cualquiera, sin embargo Bennett no lo es. La temática de los 221 vídeos que alberga su canal es siempre la misma. El bueno de Benjamin enciende la cámara, se coloca frente a ella, se sienta, cruza las piernas y sonríe durante cuatro horas de forma ininterrumpida. Ya está. Eso es todo. 240 minutos por 221 vídeos hacen un total de 53.040 minutos. 884 horas. Casi 37 días haciendo lo mismo: NADA.
La enrevesada temática de los vídeos de Bennett y su peculiar talento no han pasado inadvertidos para los cientos de miles de usuarios de YouTube que han asistido desde sus casas a su espectáculo visual.
El joven, del que poco se sabe, comenzó a emitir en directo a través de Hangout el 28 de julio de 2014, hace casi dos años. Desde entonces, ni una palabra en sus vídeos. Ni siquiera una explicación que permita entender el porqué. Tan sólo una página web impoluta, sittingandsmiling.com, en la que cuelga cada una de sus apariciones en Internet.
El vídeo con más visitas (alrededor de 600.000) es el único en el que Benjamin ha escrito algo más que la url de su página web en la descripción. En él cuenta cómo un invitado especial acude a la grabación de este episodio. Tras dos horas y media de espectáculo, el joven nota como alguien sube las escaleras sigilosamente hacia su habitación. "Se abre la puerta y escucho una voz desconocida de hombre que dice '¿Hola?'. Luego, después de verme sentado y sonriendo delante de una cámara, desciende rápidamente las escaleras y sale de la casa", explica. Ni siquiera la presencia de un ladrón consigue que Benjamín tuerza su rostro impertérrito.
El único medio que ha conseguido hablar con el youtuber ha sido Vice, que acudió a presenciar uno de sus directos de cuatro horas sonriendo. Cuando acabó le preguntaron por qué empezó con esto y cuál era su propósito inicial. "No lo sé, Internet era algo deficiente. Había que hacer algo más y nadie iba a hacerlo", responde de forma escueta Bennett. "En realidad no hay un propósito. Mi bandeja de entrada está llena de gente que me pregunta por qué estoy haciendo esto, pero no creo que esa pregunta sea realmente aplicable a este tipo de actividad", añade.
Algunos conocidos youtubers como Zorman no han dejado pasar la oportunidad de analizar con sorna el extraño caso de Benjamin. Los comentarios de los usuarios, que especulan sobre qué hay detrás de la cámara, sobre las razones que lo han llevado a colgar estos vídeos, o valoran algún momento concreto de su actuación son, directamente, descacharrantes.
El joven, para más inri, tiene publicados siete discos de inquietante sonido en el mercado, y algunas de sus actuaciones, en las que aparece aporreando diversos instrumentos de percusión, han sido recogidas en YouTube.
Hasta la fecha, cuenta con 221 actuaciones en su canal de YouTube. Si no lo impiden las vacaciones, la 222 está al caer. Los cerca de 33.000 suscriptores asistirán a un nuevo espectáculo de cuatro horas mientras una pregunta sobrevuela sus cabezas: ¿hará por fin hoy algo más?