¿Cuál fue el primer meme de Internet? Es una pregunta que ha atormentado a los arqueólogos de la Red. ¿Qué fenómeno dio inicio a la manía de compartir imágenes o lemas humorísticos y extraños a escala global? Muchos han competido por ese honor, desde el inglés macarrónico de la intro de un videojuego que popularizó el All your base belong to us hasta los crudamente animados hampster dancing al ritmo de una pegadiza musiquilla y en una tecnología que se dio por obsoleta cuando llegó el vídeo online: el formato gif, que nadie esperaba ver regresar de mano de las redes sociales.
Pero todos ellos deben rendirse al decano, el Dancing Baby, una animación 3-D de un bebé que movía los brazos y las caderas, haciendo piruetas al ritmo de una música que, originalmente, sólo oía él mismo. La extraña creación cumple 20 años: fue creada en otoño de 1996 como un modelo de stock del programa de diseño en tres dimensiones Character Studio. El bebé se ponía a bailar como ejemplo de las capacidades de animación del software; Cha cha baby era su nombre por entonces.
Character Studio era por entonces un programa al alcance de los perfiles de diseño más técnicos, o de los tecno-adictos más acérrimos. El bebé bailarín tal y cómo lo conocemos fue una creación de tres empleados de Lucasart, el estudio digital de Lucasfilm: Ron Lussier, Michael Girard y Robert Lurye. Sus compañeros les habían pedido una manera de hacer llegar esa animación hilarante a sus contactos. Internet era todavía un terreno baldío, los navegadores apenas tenían dos años de rodaje. Así que prepararon un archivo en el modo en el que se compartían los contenidos por entonces, como un gif comprimido en una cadena de correos electrónicos.
Internet como herramienta de comunicación masiva iba creciendo, y el bebé bailarín se expandía con él. Sin embargo, nunca hubiera alcanzado la notoriedad que conoció de no haber logrado lo que sólo los memes más poderosos han conseguido: trascender el medio y dar el salto a la televisión, logrando millones de espectadores en una época en la que la Red todavía estaba en ciernes. Lo hizo en 1998 con la serie Ally McBeal, la historia de una joven abogada que supuso una revelación por su tono, sus temas y su rompedor montaje.
Interpretada por Callista Flockhart, Ally McBeal era un compendio de talento, neurosis e inseguridades, trabajando en un bufete con personajes tan heterogéneos como ella misma, y en casos legales que desafiaban los límites de la incredulidad. La joven letrada superponía constantemente sus fantasías a la realidad, con números musicales incluidos. El bebé bailarín aparecía en las primeras temporadas como manifestación alucinatoria de su 'reloj biológico' y sus deseos de ser madre, emparejando con lo que sería su banda sonora definitiva: el I can't stop this feeling de Blue Suede y su incomparable Hooka Chaka.
El bebé bailarín parecía haber cumplido su ciclo vital. Los anuncios de televisión lo han adoptado con modelos cada vez más sofisticados. Pero como era de esperar del primero y más persistente de los memes, se resistía a marcharse. Encontró su nuevo hábitat en las páginas personales que florecían en hosts como Geocities. La animación y sus múltiples variantes de pasos de baile guarnecían en formato gif las homepages que ponían a prueba la capacidad de transmisión de los módems. De este modo, resistió hasta entrar en el siglo XXI; al cumplir diez años de vida, el destino le tenía un regalo preparado.
En abril de 2005 se publicaba el primer clip de una nueva plataforma que prometía algo difícil de creer: subir, compartir y consumir vídeo online accesible a todo el mundo. Su nombre era Youtube. Y el bebé bailarín fue uno de sus primeros inquilinos una vez ganó volumen: en enero de 2006 ingresaba como el Oogachaka baby. Y ahí ha permanecido, latente pero no desaparecido, sumando lentamente más de tres millones de visitas en estos diez últimos años.
El bebé bailarín conoce de vez en cuando repuntes de popularidad entre los nostálgicos. En 2013, por ejemplo, le pusieron a bailar el Gangnam style. El tiempo no ha tratado bien al querubín digital: si hubo una época en la que representaba un hito tecnológico, si bien ligeramente inquietante, ahora es una reliquia incomprensible para los millenials que consumen Internet casi exclusivamente a través de las redes sociales, un muñeco diabólico animado por una voluntad incansable que se resiste a desaparecer.
Con todo, un no puede dejar de sentir una punzada de respeto al contemplar sus extravagantes meneos en el smartphone que sostenemos entre las manos. El bebé fue un pionero y ahora es un superviviente. Como nos recuerda este programa de TVE sobre Internet en 1996, llega a nosotros desde una época en la que la teconología en la que vivimos inmersos hoy en día sonaba a la más descabellada ciencia-ficción.
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