Se dijo de ella que iba a ser la más grande desde 1948. Que iba a brillar como nunca y que estaría tan cerca que casi podríamos tocarla. Las expectativas eran muchas pese a que el fenómeno conocido como 'superluna' tiene más de publicitario que de astronómico y a que los cambios en el astro, aunque apreciables, no iban a ser tan enormes como todo hacía presagiar.
El problema de las decepciones siempre tiene que ver con las expectativas, y en este caso, éstas estaban por las nubes (nunca mejor dicho). Todos habíamos visto en los últimos días fotos de la Luna tan grandes como la plaza de toros de Las Ventas. Y lo que es peor, todos pensábamos que la cámara de nuestro 'smartphone' sería capaz de inmortalizar el momento con meridiana nitidez. Lanzamos los cohetes al aire, construimos castillos de arena y pasó lo que pasó: medio mundo se sintió decepcionado.
La #Superluna se alzó durante la noche de ayer hasta lo más alto del trending topic de Twitter. Sin embargo, la realidad, esta vez, no llegó a superar la ficción.
Expectativas vs realidad