La catastrófica deriva de Antonio, el protagonista del anuncio de la Loteria de Navidad de 2014
En la Jungla. Un corto descacharrante recrea en clave de humor la nueva vida del dueño del bar en el que tocó el Gordo hace dos años.
9 diciembre, 2016 14:46Han pasado ya dos años desde que Antonio y Manuel, los protagonistas del anuncio del Gordo de Navidad de 2014, consiguiesen emocionar a miles de espectadores en uno de los spots de la Lotería de mayor éxito en los últimos años. ¿Lo recuerdan? Manuel acudía cabizbajo al bar de Antonio, en el que se encontraban sus vecinos celebrando el primer premio del sorteo. Todos habían comprado el décimo menos él. Sin embargo, en el momento de pagar el café, su amigo le tenía preparada una sorpresa.
Fueron muchos los que el año pasado se preguntaron qué habría sido de aquellos dos amigos, si habrían montado un negocio conjunto o seguirían con su vida de siempre. Un exitoso -y descacharrante- corto, dirigido por Tuti Fernández, alumbró la respuesta: a Manu, la mala vida se lo había llevado por delante después de fundir todo el premio junto a su amigo en "perico", cubatas y "jamelgas" mientras su mujer había acabado en el psiquiátrico. Este año, Fernández le ha dado una nueva vuelta de tuerca a la historia, con Antonio otra vez como protagonista de una catastrófica deriva vital, abocado al desparrame y pervertido por la codicia.
"No pensaba rodar nada, sin embargo, en septiembre apareció la historia. Mi suegra me contó que hubo un año en el que una señora sufrió un infarto después de que le tocase el Gordo. No sé si será un bulo o no, pero ahí empezó todo", cuenta el director al otro lado del teléfono. Esa fue la chispa que prendió la mecha. Fernández descolgó el teléfono y volvió a llamar a Julián Valcárcel (el actor que interpreta a Antonio) y a Andrea Guardiola (la mujer de Manu), e incorporó al reparto a María Barranco y a Lola Cordón. "Lo cierto es que a todos les encantó el guión y lo rodamos en un día", añade. El resultado: cuatro minutos de absoluta hilaridad que nada tienen que ver con el buenismo habitual de los anuncios de la Lotería.
Es 22 de diciembre. En la televisión, el tradicional sorteo del Gordo de Navidad. Frente a ella, una anciana, décimo en mano, y Pepita, su cuidadora, ambas rezando. De repente, ocurre lo imposible: los niños de San Ildefonoso cantan el número de doña Angustias y, en ese mismo momento, fruto de la emoción, ésta sufre un infarto. Pepita, lejos de alarmarse por la situación, le roba el décimo. "No se puede tener to' en la vida, doña Angustias", dice para sí misma la cuidadora.
Acto seguido, la mujer aparece en una iglesia a la que ha acudido a confesarse por anticipado, "por todo lo que va a pecar" gracias al premio. Cuando confiesa que le ha robado el décimo a una muerta, el cura entra en cólera. "¡Pero eso es un pecado gravísimo! ¡Es pecado mortal! ¡Tienes que reparar, tienes que restituir, hay que devolverlo!", exclama el sacerdote desde el confesionario. "¿Y qué hago? ¿Le abro la caja y lo meto dentro si está muerta?", le dice Pepita. Rápidamente, el cura encuentra la solución: "Está muerta, está con Dios. ¿Y quién es el representante de Dios aquí? Pues yo. ¿Dónde tienes eso que le has robado a Dios?".
El sacerdote Antonio
En realidad, quien sale del confesionario y se adueña del décimo no es otro que Antonio, que en el último año ha visto en el sacerdocio la única forma de redimir sus pecados y ganarse la vida tras haber dilapidado la fortuna anterior. La suerte ha querido que el Gordo vuelva a aparecer frente a él y no va a desaprovechar la oportunidad: "Un año redimiédome pa na. Y ahora, venga jamelgas y venga perico..."
La siguiente es cena confirma la deriva absoluta del personaje, que aparece en la cama con la mujer de su amigo fallecido, que no ha conseguido separarse de la urna con sus cenizas y sigue loca de atar. "Pues conozco yo un bar de luces en Salamanca que tiene unos ceniceros con forma de calabaza donde Manu reposaría muy en paz. Allí todas lo querían como un padre... Y si no es ahí, en uno que hay en la carretera de Andalucía que tiene un conejo en la fachada...", le dice Antonio sin un atisbo de vergüenza a mientras fuman.
En 2014, la moraleja del anuncio era "El mayor premio es compartirlo". Tuti Fernández le dio un giro argumental en la secuela del año pasado y apostó por un "Si te toca este año, no desparrames". Este año, visto lo visto, el director ha optado por una visión más realista: "Lotería, no te arrepientas de lo que puedes llegar a hacer". "Son opciones en la vida. Al final, si uno quiere inmolarse con 400.000 euros, a lo mejor es más feliz que volviendo al trabajo al día siguiente", sentencia entre risas.