Radiografía de la cena de empresa 'typical spanish': nueve sujetos que podrían amargar la tuya
En la Jungla. El 'tirafichas', el trepa, el bocachancla y unos cuantos 'cuñaos'. ¡Van a estar todos allí! ¿Te lo vas a perder?
12 diciembre, 2016 13:45Noticias relacionadas
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"Pasas más tiempo en el trabajo que con tu familia así que qué menos que comer con ellos en estas fechas tan señaladas". Es lo que debieron pensar los ideólogos de ese plan sin fisuras llamado 'cena navideña de empresa' que se celebra en todos los rincones del país por estas fechas, desde el tugurio de tapeo más castizo y grasiento hasta el local de moda más chic.
El objetivo del 'gastrobar' en el que se cocerán vuestras perversiones está claro: tangaros a ti y a tus compañeros con un menú raquítico en cantidad y cuestionable en calidad. El tuyo: sobrevivir a un campo de minas en el que te adentraste con pronóstico reservado y del que será aún más difícil salir con la dignidad intacta.
La tarea resulta aún más complicada teniendo en cuenta los especímenes a los que estarás obligado a soportar (una vez más) entre culines de cerveza de vasos ajenos y copazos de pacharán con los que tratarás de pasar este mal trago. Si quieres sortear las sopresas de la noche y evitar el escarnio público del día siguiente (porque sí, siempre son entre semana) mantén controlados y localizados en todo momento a los siguientes sujetos.
1. El tirafichas
Adiestrados en el hábil (y nada sutil) manejo de la retórica, encuentran en eventos como éste el escenario idóneo para solventar tensiones sexuales no resueltas que sólo han existido en su imaginación. Tu "pásame la sal" de las 21:37 es su "yo creo que le molo" de las 00:47. Pero, seamos claros: su objetivos es pillar. Con quien sea. Para ello no dudarán en emplear una estrategia militar tan poco discreta como arriesgada, el fuego a discreción. Aviso: este espécimen no concibe que una retirada a tiempo sea una victoria.
2. El que sale como si no hubiese un mañana
Su lema es ‘a por todas’ y se toma esta quedada laboral como el auténtico evento del año. Hablamos de esas personas que evidencian su falta de vida social disfrutando de la noche como si fuese lo mejor que les ha pasado en mucho tiempo. Y de hecho lo es. Ojo, porque no controlan demasiado bien las cantidades de alcohol óptimas para evitar quedar en el más absoluto de los ridículos y pueden acabar llevándote al suelo en un paso de baile de lo más soez. Sí, son los que instarán a toda la oficina para que termine en el tugurio más insólito jamás visto, a poder ser con karaoke, y se tirarán meses -si no años- rememorando y engrandeciendo los pocos acontecimientos que se hayan dado antes, durante y después de aquella “cena épica”.
3. El reservado
Gente trabajadora que no pierde el tiempo con colegueos sin sentido durante el horario laboral. Tanto, que no sabes cómo suena su voz. Individuos de extremos, los calladitos de la empresa no tienen Twitter -o lo usan poco-. Eso sí, bien rehogadito con alcohol de más de 11 grados, este personaje reservado podría acabar orinando sobre tus pies, o los del jefe supremo. Solo dale un poco de tiempo. Sabrá sorprenderos, y lo hará a lo grande.
4. El trepa
Los ves correr por la oficina como si fuesen a salvar vidas en el Congo y alzan la voz para pontificar y sentar cátedra. Porque ellos tienen un MBA Executive en Climbing and Handling y saben cosas de vital importancia para el devenir de la empresa que tú no. La cena de Navidad de la empresa es el ecosistema perfecto para intentar una nueva maniobra. El destino -casualidades de la vida- les tendrá preparada una silla bien cerquita de algún jefe. La ruleta del alcohol -también casualidades de la vida- les deparará lo que alguien vino a denominar como 'La moña generosa'. Esto es: no hay problema alguno en rascarse el bolsillo siempre que esto permita alargar un poquito más una (fortuita, claro está) conversación con un superior.
No es una auténtica cena de empresa, si no está el típico compañero pelota que le ríe las gracias y le come la polla al jefe.
— Sargento de Hierro (@MeoNapalm) 13 de diciembre de 2013
5. El jefe:
Es la patata caliente de la fiesta. Todo lo que digas -y hagas- podrá ser utilizado en tu contra.
Ahora mismo, en todas las oficinas de España, se está sorteando quien se sienta al lado del jefe en la cena de empresa.
— Pepe Lee (@PepeWebosRepes) 16 de diciembre de 2011
6. El completo desconocido (para todos)
Su cara te suena pero lo desconoces todos sobre este misterioso compañero de oficina. No tienes ni la más remota idea de cómo se llama ni de a qué se dedica. Vamos, que lo mismo es el dueño de la empresa que alguien contratado para ir a comer de tupper, porque seguro seguro que en una de aquellas le has visto. Miraditas y comentarios con algunos de tus compañeros a modo de mofa para con el desconocido caerán a lo largo de la velada y, a medida que aumente el grado de alcohol en vena, es más que probable que termine por escucharos. Como no sabes cómo es puede que su reacción te sorprenda (para mal). No te arriesgues. Quizás la cena sea el momento ideal para salir de dudas o quizás compense más mantener su anonimato. Estáis todos en las mismas pero… ¿se te ha ocurrido plantearte que puede que esa persona piense lo mismo de ti? Asúmelo, ser ‘el informático’ tampoco es como para tirar cohetes.
7. El 'cuñao'
Sabe de todo y puede opinar de lo que quiera. Con dos cervezas es capaz de resolver la crisis de Oriente Medio. Con tres, de encontrar una solución geoestratégica al terrorismo islámico. Para cuando lleguen los cubatas -a los que llamará 'cubastas' o 'cubalibres'- lo tendrás colgado de la chepa contándote el día que se hizo Madrid-Barcelona en tres horas con un Renault 4, cómo consiguió un iPhone 6 "por 300 pavos" en Wallapop, o en plena orgía de chistes rancios. El fin de fiesta, la guinda del pastel, la pondrá con un “Tenemos que hacer esto más veces, coño”, acompañado de un abrazo sudado y un beso en plena exaltación de la amistad mientras emprendes una huida desesperada.
8. El bocachancla
Clint Eastwood dispara más lento que él. De gatillo extremadamente fácil, suele tener la exclusiva de la noche y se encarga de difundirla al día siguiente a diestro y siniestro con el clásico “no lo cuentes por ahí, que no lo sabe nadie”. Contarle un chismorreo es como confiarle un secreto a Chus Lampreave en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'. Más aún si el alcohol ha regado vuestras afiladas lenguas y os impregna desde hace horas el cerebro.
9. Los disfrazados
No es carnaval, pero ellos lo obvian. Como si fuese la eterna fiesta de fin de curso, hay una notable cantidad de personas que llegan al local de la cena de empresa como si hubiesen salido de aquella humareda mágica de ‘Lluvia de Estrellas’ dispuestas a meterse por una noche -La Noche- en el papel de vedette de revista o de ganador del Balón de Oro. Laca, gomina, anaranjados tonos de piel y efectos planchados o encrespados destacan en la zona de las cabezas de estos individuos que se han tomado demasiado en serio sus galas para semejante reunión. Que te preguntas… ¿y si les dieran un Oscar qué se pondrían?
BONUS TRACK: Los becarios
Auténticas almas de la fiesta, tienden a cerrar la noche -cuando no la mañana con ese "digestivo" chocolate con churros que la tradición exige rehogue los litros de alcohol consumidos en horas previas-, normalmente en compañía de los protagonistas del punto anterior. Acaban de entrar en el mundo laboral y en apenas dos mesecillos ya se sienten radicalmente conectados con la línea de negocio de la empresa y, ¡pardiez!, uno más de la familia. Qué menos que celebrarlo echándose una buenas copas por cortesía -con suerte- de su nuevo núcleo vital y fingir durante una noche que no cobran un 175% menos que el resto de la plantilla aún haciendo las mismas labores.
Un beber para olvidar en toda regla, amigos. Por cómo se desenvuelven no son pocos los que piensan que seguro que el año que viene serán ellos quienes cuenten batallitas del sector a los nuevos novatos. Espera… Ya lo hacen. Es más, te van a hablar de los entresijos de tus quehaceres diarios como si llevasen media vida sacando adelante esa empresa y supiesen más de estrategia que los propios mandamases (que, por otro lado, nadie niega pueda ser así). Eso es vivir la vida intensamente y lo demás son tonterías.