Entonces tenías un estómago de acero y un paladar que valoraba lo dulce por encima de todas las cosas. Estabas dispuesto a tomarte unas copas cada noche y que cada una de ellas tuviera un sabor diferente. Hacías más mezclas que un DJ de bodas, bautizos y comuniones y no te importaba que las consecuencias fueran fatales durante unas horas. Al día siguiente estabas tan fresco como para volver a empinar el codo. Hasta eras capaz de madrugar para jugar un partido de fútbol o darte una vuelta. Así era tu adolescencia, un período en el que te bebías hasta el agua de los floreros si le ponían un nombre divertido. Entonces no conocías el sabor de la tónica y ‘cardamomo’ te sonaba a un jugador de fútbol nigeriano.
1. Calimocho con licor de mora
Hay una ley no escrita que dice que cuanto peor es el vino tinto que se le echa, mejor sabe el calimocho. Por eso, este combinado que se suele beber en los llamados minis, cachis o macetas, reporta sustanciales ingresos a las bodegas más desconocidas. Solo los más avanzados en su disfrute, sabían que ‘el cali’ siempre ganaba con un chorrito de licor de mora (sin alcohol). Pese a que es muy denostado por la gente que ha superado la barrera de los 30 (ellos ya son más maduros y beben gin tonics u otras cosas más sofisticadas) aún es popular en el norte de España. Nadie les ha dicho que en realidad el calimocho es ‘el primo moreno’ del tinto de verano.
2. Caliguay
El calimocho ha tenido numerosas variantes y versiones a lo largo de su historia, como suele pasar cuando algo se convierte en mainstream. También nombrado como pitilingorri, kasimotxo o fantapoxo se obtenía de mezclar vino tinto con refresco de limón o naranja. Incluso algunos aventureros se atrevían a rizar el rizo y en lugar de usar tinto, echaban rosado.
3. Fruitipocho
Las mutaciones del calimocho no se detuvieron en el caliguay. En las largas noches espirituosas de su adolescencia muchos jugaban a ser dioses e inventaban bebidas como el fruitipocho, un brebaje en el que se mezclaban vino tinto o blanco con zumos, principalmente el de melocotón. La versión más extrema suponía la combinación con zumos de The Radical Fruit Company.
4. Cerebrito
Con la melopea que algunos llevaban encima, no estaban las cabezas para pensar. El seso lo ponían el licor de melocotón, whisky o vodka mezclados con granadina y finalizando con un chorro de Baileys. Este último añadido le proporcionaba al potingue esas circunvoluciones que lo asemejaban a un cerebro de los de verdad.
5. Cua-cua
Cuando -en contadas ocasiones- ibas a una de esas macrodiscotecas en las que la entrada te suponía gastar el presupuesto de todo el fin de semana y solo te daban una copa con la misma, este cóctel era el elegido. Mitad licor 43 y mitad Cointreau, este azucarado maridaje con un alto grado de alcohol te daba ese punto ideal para perder la vergüenza y salir a bailar.
6. Ponche con lima
No era apto para paladares a los que no les gustaba el dulce. Pocas cosas podías tomarte más empalagosas que este mix. Pero muchos preferían empezar la noche con buen sabor, que para el garrafón ya habría tiempo.
7. Sudor de África
Con este cóctel lo mismo te ponías como una moto, que te quedabas dormido por los rincones. No era un combinado para gourmets -de hecho sabía bastante mal-, pero era relativamente económico y permitía poner en comunión a dos de las bebidas más a mano en cualquier ágape, fiesta o botellón: la coca-cola y la cerveza. Un matrimonio letal para estómagos sensibles.
8. Semáforo
Algo así como meter un Pirulo Tropical dentro de un vaso de chupito o de tubo. Su nombre proviene de su mezcla de colores y sabores. Para obtener las tonalidades roja, ámbar y verde se le echaba cereza, fresa o granadina, naranja, licor 43, o lima y kiwi o peppermint, todo ello con una base de alcohol como ron blanco.
9. Orgasmo
Para llegar a tener uno hacía falta mezclar licor de melocotón con refresco de limón (o zumo de piña) y darle unos cuantos meneos al vaso. Tenía un sabor bastante rico y de ahí provenía su curiosa denominación. Y siempre era motivo de risas o chascarrillos si se te ocurría pedirlo en una discoteca o invitar a una chica a uno. Provocaba tanto cachondeo como el ‘Sex on the beach’.
10. Leche de pantera
Popularizada por la Legión en los setenta como su bebida estrella, incluía una mezcla de leche y un licor. Una variante bastante extendida es la de leche condensada y ginebra, a lo que se puede sumar clara de huevo y canela. Se desconoce muy bien quien era el valiente que ordeñaba a la susodicha pantera.
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