La contundente carta de un psiquiatra que zanja el debate sobre si Trump está loco
En la Jungla. "Yo definí el Trastorno de Personalidad Narcisista, y él no lo padece" - escribe Allen Frances. "Que sea un narcisista de categoría mundial no lo transforma en un enfermo mental".
18 febrero, 2017 10:26Noticias relacionadas
¿Está el Líder del Mundo Libre loco? O, por usar un término menos peyorativo, ¿carece de las mínimas aptitudes psicológicas para ejercer el cargo? La irascible personalidad y el amor propio desaforado de Donald Trump fueron bazas que usó su contrincante Hillary Clinton para intentar desestabilizarlo: "¿De verdad queremos dejar el botón nuclear al alcance de una persona capaz de enfurecerse por un tuit?".
Ahora que los presagios se han cumplido y el inquilino de la Casa Blanca se ha enfurecido en sus primeras semanas por la comparativa de fotos de la asistencia a su ceremonia de toma de posesión con la de Obama, por una cadena que dejó de vender la línea de ropa de su hija Ivanka, y porque los medios le exigieran probar sus acusaciones de que Clinton usó el fraude electoral para ganar en voto popular, el debate sobre si hay base para inhabilitar a Trump por motivos psicológicos está sobre la mesa.
No se trata de una corriente de opinión que circule únicamente entre sus detractores políticos. El Huffington Post publicaba hace una semana que su propio equipo estaba preocupado por su errática forma de trabajar y sus bandazos de humor. El New York Times escribía que Trump pasa horas delante del televisor obsesionado por la imagen que proyecta. El lunes, una treintena de psiquiatras firmaba una carta enviada a este diario en la que planteaban que la "grave inestabilidad emocional demostrada por los discursos y los actos del sr. Trump le inhabilitan para ejercer con seguridad como Presidente".
Contra esa concepción se revolvía en una misiva que se ha hecho viral Allen Frances, catedrático emérito de la Universidad de Duke y director de la "Biblia de la Psiquiatría", el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM). Frances fue el encargado de describir el trastorno narcisista que se saca a colación a propósito de Trump, y en su carta rechaza de plano el "diagnóstico a distancia" por poco profesional y vejatorio para los verdaderamente enfermos. Al mismo tiempo, invita de forma demoledora a combatir políticamente al actual inquilino de la Casa Blanca, precisamente por encontrarse en plena posesión de sus - deplorables, a su juicio - facultades.
"La febril especulación mediática sobre las motivaciones psicológicas y el diagnóstico psiquiátrico sobre Donald Trump han animado recientemente a determinados profesionales a ignorar los habituales reparos éticos para diagnosticar a figuras públicas a distancia. Han respaldado varias peticiones y una carta enviada a The New York Times sugiriendo que el sr. Trump es incapaz, en términos psiquiátricos, de ejercer como presidente.
La mayoría de diagnósticos aficionados han etiquetado de forma equivocada al Presidente Trump con un diagnóstico de Trastorno Narcisista de la Personalidad. Yo redacté los criterios que definen este trastorno, y el sr. Trump no los padece. Que sea un narcisista de categoría mundial no lo transforma en un enfermo mental, ya que no sufre la ansiedad y la incapacidad requeridas para diagnosticar un trastorno mental.
El antídoto contra una distópica edad oscura Trumpista será político, no psicológico.
El sr. Trump provoca una grave angustia en lugar de experimentarla y ha sido ricamente recompensado, en lugar de castigado, por su grandilocuencia, egocentrismo y falta de empatía. Es un insulto y un estigma para los enfermos mentales, que en su mayor parte tienen un buen comportamiento y buenas intenciones, que los metan en el mismo saco con el sr. Trump, que no tiene ninguna de las dos cosas.
El mal comportamiento rara vez indica una enfermedad mental, y los enfermos mentales rara vez se comportan mal. Asignar a la ligera trastornos psiquiátricos es una manera equivocada de contrarrestar el ataque del sr. Trump contra la democracia. Se puede, y se debe, denunciar con propiedad su ignorancia, incompetencia, impulsividad y ambición por los poderes dictatoriales.
Sus motivaciones psicológicas son demasiado obvias como para ser interesantes y analizarlas no va a detener su acaparación descarada del poder. El antídoto contra una distópica edad oscura Trumpista será político, no psicológico".