Se llama Marion, tiene cuatro años y lleva camino de convertirse en la nueva heroína de Internet (si no lo es ya). Mientras que su rutilante aparición en la entrevista que la BBC hizo a su padre sigue dando la vuelta al mundo, la pequeña vive el momento como si de una estrella del celuloide se tratase, a medio camino entre el divismo y la más absoluta de las indiferencias.
El profesor Robert Kelly y su familia concedieron este miércoles una rueda de prensa ante los medios de medio mundo para aclarar algunos de los pormenores del que ya es el viral del año. Sin embargo, lo que esta nueva intervención ante las cámaras vino a refrendar es que sus hijos -y, más en concreto, Marion y sus memorables gafas rosadas- son los amos de la red.
Poco le importó que su padre se sentase frente a los periodistas para reconocer que había temido por su carrera profesional como profesor de la Universidad Nacional de Pusan (Corea del Sur), que explicase que después del “desastre” se vio en la obligación de escribir a la BBC para disculparse. “Lo primero que pensamos fue que todo había sido un desastre y que nunca más me llamaría ninguna televisión”, reconoció Kelly. Poco o nada de esto importaba porque Marion estaba conquistando los objetivos de las cámaras con su soberano aburrimiento.
El resultado de esta nueva (y no sabemos si última) aparición estelar ante los medios también ha llegado hasta Twitter, donde decenas de usuarios no han podido más que rendirse ante el candor de la hija de los Kelly y piden, directamente, que sea nombrada “presidenta de la Tierra”.
Y, seamos realistas, la pose de soberana del mundo (y de la vida) la tiene.
Robert Kelly explicó en la entrevista que concedió a 'The Wall Street Journal' que el día de los hechos, su hija se encontraba muy emocionada tras haber celebrado su cumpleaños con sus compañeros de colegio, de ahí que entrase en su despacho como si nada.
El profesor tardó "una o dos horas" en darse cuenta que la entrevista se había convertido en un fenómeno viral. Ahora, su máxima preocupación es que su reputación como docente e investigador no se vea perjudicada. "No me gustaría que en mi obituario se hablara de mí como el padre de la BBC", confesó. Un hecho que a Marion, de momento, no le preocupa. Para nada.