"Yo no puedo obligar a la gente, no puedo obligar al mundo, no puedo obligar a nadie... Pero en tiempo que he estado un poquito apartado del mundo, por recomendación de mi médico, me he sentido un poquito olvidado". Con la voz tomada por la emoción y la mirada sombría Paco Sanz, enfermo de Síndrome de Cowden, reprochaba hace un año a sus seguidores que le tuviesen desatendido en un vídeo titulado Reflexión desde el corazón.
"Mi noticia se olvida. Excepto tres mensajes, la gente se olvida de mí. A mí no me vale muchas veces eso de te sigo en silencio" - riñe Sanz mientras una música triste empieza a sonar. "Si tanto te preocupo, ¿Por qué no me mandas un Paco estoy contigo? La verdad es que a veces toda esta lucha contra el cáncer, toda esta lucha contra esta enfermedad de mierda que tengo (...) Me he sentido solo, me he sentido olvidado". A continuación endurece el tono: "No os penséis que os estoy pidiendo dinero, no estoy pidiendo nada. Estoy haciendo una reflexión: me siento olvidado".
El triste mensaje de un hombre desesperado al que se le puede perdonar una dosis de chantaje emocional, pudieron pensar entonces los más de 8.000 estafados que entregaron su dinero al 'hombre de los 2.000 tumores'. Entre ellos, figuras públicas como Jesús Vázquez o José Mota. En realidad, se trataba de una actuación perfectamente ensayada, dirigida desde Skype por su novia veinteañera y cuyo patetismo arrancaba risotadas a la madre de Sanz, conocedora de su verdadero estado de salud.
Paco Sanz se encuentra actualmente en libertad provisional sin fianza tras la decisión de la magistrada titular del Juzgado de Instrucción nº 53 de Madrid. Se le imputa por estafa, apropiación indebida y blanqueo de capitales, a través de la "Asociación Paco Sanz para la investigación del Síndrome de Cowden" con la que pedía ayuda para su tratamiento desde 2010. Sus padres y su pareja fueron también detenidos en la operación.
El tono de las tomas falsas revelado por El Programa de Ana Rosa no tiene nada de la lobreguez del vídeo editado que Sanz publicó para pedir donaciones. Encantado por el hallazgo del gesto de "la muerte llama a la puerta", dedica un corte de mangas a la cámara. Ante las instrucciones de su novia para resultar más emotivo, se revuelve: "Yo no quiero emocionar a nadie, que les den por el culo". Ella le reconviene: "Si no se conmueven no te mandan dinero, tú mismo". En otro momento se motivan mutuamente pensando en los "billetitos morados" que van a ganar.
Las tomas falsas se extienden a las estancias hospitalarias en las que Sanz aprovechó para grabar. Antes de posar extenuado en la cama bromea, hace gestos obscenos ("tócame la faba") y usa el instrumental médico para fingir que habla por teléfono, remedando al cómico Gila.