Se llama José Alberto Gutiérrez, tiene 55 años y trabaja desde hace más de 20 años como basurero. Cada día, este colombiano se pone a los mandos de un camión y, junto a sus compañeros, recorre la ciudad de Bogotá vaciando contenedores y limpiando sus calles. Entre los desperdicios, este hombre menudo y de mirada noble se ha encontrado prácticamente de todo. Sin embargo, hay una cosa que nunca terminó de entender: que alguien pudiese tirar un libro a la basura.
"Entré a trabajar a la empresa en el año 97. Ese año hacía una ruta por la noche por el barrio de Bolivia Real. Yo cuadraba el camión y me bajaba a ayudar a mis compañeros, pero un día me topé con las 700 páginas de 'Ana Karenina' entre los restos de un contenedor". Ésta fue la primera vez que José Alberto tuvo conocimiento de León Tolstoi. Cogió el ejemplar amarillento que se encontraba bajo una caja de cartón y se lo llevó a casa, dónde acabó devorándolo. "Éste fue el comienzo de todo", comenta el basurero al otro lado del teléfono.
Desde entonces, José Alberto, al que los niños han apodado 'El señor de los libros', vive obsesionado con rescatar libros de la basura. Hasta tal punto que, 20 años después, ha llegado a acumular más de 20.000 en el primer piso de su propia casa, dónde ha improvisado una biblioteca comunitaria a la que bautizó como 'La Fuerza de las Palabras'. Allí acuden a diario los niños del humilde barrio de La Nueva Gloria, lugar en el que vive.
"Nunca encontré un libro entre las cosas orgánicas. Siempre iban en cajitas o en bolsas aparte, camufladitos. Comencé apartando los más interesantes, porque tampoco podía llevar una buena cantidad ya que no tenía coche y me tocaba llevarlos en una maleta pequeñita", cuenta. Así, durante algún tiempo creyó necesario esconder los libros cerca de la base en la que dejaba el camión de la basura. "No quería que me pillaran y que pensaran que los reciclaba para obtener beneficio propio".
Pronto, sus compañeros se convirtieron en sus principales cómplices y empezaron a facilitarle ejemplares que ellos mismos encontraban en los contenedores de Bogotá. Su mujer, Luz Mery Gutiérrez, decidió hacer de su sastrería un taller para reparar hojas dañadas y solapas. La voz se corrió por el barrio y hasta la casa familiar comenzaron a acercarse los vecinos. Fue entonces cuando decidieron abrir la puerta para que los niños hiciesen de éste lugar su refugio y pudieran encontrar allí las historias un increíble maná de historias y conocimiento.
'La Fuerza de las Palabras' pronto se convirtió en una suerte de centro social en el vecindario y 'El Señor de los Libros' en su principal valedor. Allí se organizan cursos, talleres y todo tipo de actividades para los chavales. Sin embargo, el proyecto, que ha crecido sobremanera en los últimos tiempos, no recibe ningún tipo de ayuda pública. "Contamos con la fortuna de que algunos muchachos y vecinos siempre están dispuestos a dejar a alguien recomendado al cuidado de la biblioteca".
La popularidad del proyecto ha crecido tanto que casi no dan abasto. "Cuantos más libros regalamos, más libros nos llegan de gente que los dona de forma desinteresada", comenta con orgullo el basurero. 'El Señor de los Libros' ha conseguido llevar la literatura a más de 235 zonas rurales de toda Colombia. Sin ir más lejos, el próximo 19 de mayor tienen previsto mandar cuatro toneladas de libros a La Macarena, una zona de conflicto que estuvo bajo la influencia de la guerrilla de las FARC.
José Alberto, que hoy sigue conduciendo su camión de la basura por las calles de Bogotá, asegura que fue su madre la que le insufló el amor por los libros. "Era ella la que nos leía cuentos y fábulas a mis hermanos y a mí desde bien pequeños". Ahora, su máxima aspiración es hacer con Colombia como Ulises en 'La Odisea': "El día que yo logre liberar Ítaca, será el día que yo pueda tener Colombia llena de libros".