Es una pregunta que solemos hacernos sin tener muy clara la respuesta. ¿Hay que ducharse todos los días? Y qué ocurre cuando, además de acicalarnos al empezar la jornada, vamos después al gimnasio o practicamos deporte ¿nos perjudica también pasar dos veces por el chorro de agua?
"Bañarse varias veces al día y lavarse muy bien en cada baño es más perjudicial que no bañarse", recoge en su blog el dermatólogo José Raúl González. El motivo, explica, es que "el aseo frecuente de la piel, destruye las barreras protectoras como son el manto ácido, hidro-lipídico y corneo".
En la misma línea se ha pronunciado la Doctora Elaine Larson, profesora asociada en la Escuela de Enfermería de la Universidad de Columbia (EEUU) y experta en enfermedades infecciosas. "La gente cree que se está duchando por higiene o para ser más limpio, pero bacteriológicamente no es así", explicaba en la revista TIME en base a sus investigaciones. "El baño eliminará el mal olor si estás sudoroso o has pasado por el gimnasio, pero desde el punto de vista de la prevención de enfermedades, lavarse las manos con regularidad es probablemente lo más adecuado".
Entonces ¿con qué frecuencia debemos pasar por la ducha? La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) señala que la piel solo está preparada para soportar una ducha al día. El Doctor Brandom Mitchell, profesor de Dermatología en la Universidad George Washington (EEUU), va más allá al indicar que "en lo concerniente a la salud -no a tu olor o a tu apariencia- ducharse una o dos veces a la semana" sería suficiente. "Tu cuerpo es una máquina naturalmente bien engrasada", explicaba en 2016 Mitchell.
La AEDV lleva tiempo alertando sobre el aumento de enfermedades cutáneas provocadas por la sobre higiene y en su web pueden encontrarse algunos consejos sobre cómo podemos proteger la epidermis.
En el caso concreto de la ducha los expertos, además de espaciar la frecuencia, recomiendan huir del agua muy caliente porque contribuye a resecar la piel. Lo mejor, una ducha con agua tibia y muy poco jabón (lo ideal sería el jabón de pastilla o un gel con un pH entre 5.5 y 6). También están desaconsejadas las esponjas: mejor frotar la piel con la mano y, al terminar, secarse muy bien -sin friccionar la piel- e hidratar.
Si nos nos queda más remedio que ducharnos más de una vez al día, lo recomendable sería aclararse solo con agua y prescindir del jabón lo máximo posible. ¿Y cuánto debemos estar bajo el grifo? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para que una ducha sea a la vez saludable y sostenible no debe sobrepasar los cinco minutos.