Nadie le negará a Javier Fernández la contundencia en las formas a la hora de contestar a la oferta de Pablo Iglesias para sumarse a la moción de censura contra Mariano Rajoy. Del "pretendes regresar como salvador a la escena del crimen" al "si todavía no lo has entendido", todo esfuerzo de comunicación será "inútil". Sin embargo, la firmeza en los propósitos del presidente de la Gestora del PSOE habría resultado mucho más elocuente de no haberse producido en una carta abierta que nadie en el partido parece haber revisado antes de permitir su publicación.
La carta de Fernández está trufada de errores ortográficos; hasta dos docenas, dependiendo de la severidad de los correctores en las redes sociales que se han aplicado a expurgar la misiva. El presidente asturiano bate el récord establecido en enero por el de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, y sus cuatro errores en cuatro párrafos.
En los tres primeros ya advertimos cuál va a ser el problema: la anárquica disposición de las comas. O sobran o faltan: Fernández corta sus oraciones de forma innecesaria para después olvidarse de separar la enumeración de sus dos argumentos, primero y segundo, por los que descarta explicar su rechazo a la moción que le ofrece Iglesias.
En los medios de comunicación se suele decir que las erratas matan. Y las más letales son las que se cometen nada más arrancar la lectura. Por eso resultan inexplicables los dos errores en la primera frase: "la repuesta adecuada" en lugar de "respuesta" y un "los caso de corrupción" que debería ir en plural: "casos de corrupción". Para respetar el género epistolar, el "Estimado Pablo" debería haber ido seguido de dos puntos o de una coma, no de un punto y aparte. Y habría sido más elegante buscar un sinónimo para no repetir el verbo "reiterar".
El cuarto párrafo es el plato fuerte de esta indigesta preparación. Una única frase de diez líneas que encadena perífrasis deslavazadas que nos hacen suplicar por un punto y aparte, expresiones desafortunadas ("sin ánimo exhaustivo") y un par de tildes engullidas en la vorágine, las que corresponden al "si" y al "tu".
La reconvención que le hace en la posdata para que sugiera al candidato de la izquierda alternativa, Jean-Luc Mélenchon, que abandone sus reparos hacia el liberal Emmanuel Macron para unirse al bloque contra la ultraderechista Marine Le Pen suena ominosa: "Si hay veces que la neutralidad es otro nombre de la complicidad, ésta es una de ellas". O así lo haría de no tropezar con otra coma innecesaria. La tilde en el pronombre no es obligada, pero no sobraría a la hora de buscar un remate resonante.