Una gota de edición fotográfica, un chiste facilón y manido sobre becarios incompetentes y la intención de trolear a un personaje público como es Pedro J. Ramírez es todo lo que hace falta para que un bulo se difunda cuando encuentra una audiencia sedienta de zascas pero poco preocupada por estar tragándose una mentira. En una época en la que la propagación de noticias falsas es una preocupación de primera magnitud, hasta los más avezados y expertos en redes sociales pueden bajar la guardia y caer en un engaño que, con una simple comprobación, hubiera quedado en evidencia.
Eso es lo que ha ocurrido con un pantallazo que circula en las últimas horas del tuit de EL ESPAÑOL informando a mediodía del martes sobre el informe de la UCO que acusa de prevaricación y cohecho a Cristina Cifuentes. Según esta imagen, este diario habría confundido a Arturo Fernández, el actor, con Arturo Fernández, el empresario, quien habría recibido de mano de Cifuentes y como contrapartida a la financiación irregular del PP de Madrid la concesión del contrato de la cafetería de la Asamblea de Madrid.
El origen del bulo es una cuenta de menos de 500 seguidores que se limitó a capturar el tuit como imagen, pegar sobre la fotografía original la falsa y escribir adjuntando esa imagen falseada un reprochaba sarcástico al director de este diario por el presunto error. Al tuitero, como admite él mismo en su cuenta, la difusión del bulo le ha quedado grande. Lo cierto es que nunca hubiera engañado a tantos de haberse hecho primero una serie de comprobaciones elementales.
1) Comprueba la fecha
Twitter no permite modificaciones sobre un tuit publicado. La única opción en caso de errata o fallo es borrarlo y producir uno nuevo. En el montaje figura como hora de publicación las 14.27; si recorremos el timeline de la cuenta de EL ESPAÑOL del martes, encontramos el tuit original publicado a esa misma hora. De haberse publicado con una foto equivocada, este tuit se debería haber borrado y vuelto a publicar, con lo que la hora cambiaría.
¿Es sin embargo verosímil que todo ocurriera en un minuto, que el tuit fuera sustituido en menos de 60 segundos, con lo que la hora de publicación siguiera siendo las 14.27? ¿Y que, pese a todo, el tuitero hubiera tenido tiempo de cazar la imagen? No es imposible. Pero no fue así, como se puede comprobar en la pestaña de interacciones.
2) Comprueba los 'retuits' y favoritos
En el montaje se aprecian 363 retuits y 139 favoritos. Esto querría decir que, en el menos de un minuto durante el cual el tuit con la foto equivocada habría sobrevivido, centenares de personas habrían interactuado con él. Incluso asumiendo que los usuarios no se hubieran parado a leer la noticia y lo hubiesen retuiteado inmediatamente para difundir inmediatamente el gazapo, esta velocidad de difusión es imposible.
El tuit original ha tenido cerca de 2.000 retuits. Pero no ocurrieron en el mismo momento de su publicación, sino que los ha acumulado en las últimas 20 horas. El alcance de un tuit crece exponencialmente: primero un grupo de usuarios lo ve y lo comparte con sus contactos, estos a su vez lo difunden en su red y de este modo acumula retuits cuanto más lo retuitean. Por masiva que sea su audiencia y por impactante que sea el tuit no hay ningún medio que pueda aspirar a conseguir más de 360 retuits en su primer minuto de vida.
3) Desconfía cuando haya únicamente una fuente
Aceptemos pulpo y asumamos que efectivamente más de 360 personas vieron y compartieron el tuit con el gazapo. Las personas que habrían sido testigos del desastroso error se contarían por miles, ya que incluirían a los followers de las personas que hicieron retuit. ¿Por qué sin embargo sólo se molestó en hablar de ello este tuitero?
Que un tuit escandaloso o polémico, especialmente cuando lo habría emitido una cuenta con una audiencia multitudianria, solo haya sido visto por una persona ya debería ser motivo de sospecha. Fue la forma con la que un colectivo demostró que ciertos medios dan por bueno cualquier tuit de Pablo Iglesias aunque se trate de un trucaje. Otras cuentas, por no decir medios especializados en redes sociales, estarían hablando de ello, y si el tuit hubiera sido borrado, hubiera dejado un rastro en forma de "contenido no encontrado" en los timelines de esos más de 360 retuiteadores.
4) Desconfía, en general, de las capturas
Se puede localizar un tuit publicado y borrado en las horas siguientes mediante determinados programas, pero más allá en el tiempo, salvo que el mensaje fuera archivado o insertado en algún html, un tuit eliminado desaparece por completo. Es por ese motivo que abundan las capturas, para dejar evidencia de un mensaje comprometedor que alguien preferiría hacer olvidar.
Pero como ha ocurrido en este caso, basta un 'corta y pega' para manipular una captura. Ese fue el argumento que usó Cassandra Vera, condenada por los tuits de Carrero, para negar ante Carlos Alsina que ella hubiera deseado la muerte a Cristina Cifuentes durante su convalecencia pese a las imágenes del tuit en el que lo hizo. Según ella, como le había ocurrido a César Strawberry, se trataba de montajes para perjudicarla. Posteriormente reconoció que el tuit era cierto y lo había borrado. Y es que existían distintas capturas tomadas por distintos tuiteros, en distintos momentos y con interacciones en forma de retuits y favoritos que iban evolucionando, prueba de que aquél tuit "vivió".
5) Acude a los expertos (y corrígeles si se les cuela)
El problema de las fake news, montajes y falsedades preocupa a medios de todo el mundo. En España hay varias iniciativas que se han sumado a la cruzada por discernir lo cierto de lo falso, como Maldito Bulo, La Buloteca o El Tragabulos, e investigan los casos dudosos que otros usuarios le remiten.
Sin embargo, hasta el mejor escriba puede hacer un borrón. El periodista Pepo Jiménez de Mémesis es una de las voces cantantes en la lucha contra las noticias falsas y ayer mismo publicaba una guía para identificar una noticia falsa sobre el caso de una historia de un clérigo devorado por cocodrilos al intentar caminar sobre las aguas que nunca ocurrió. Horas después, sin embargo, se convertía en uno de los principales difusores del bulo del tuit de Arturo Fernández equivocado al retuitearlo a sus casi 100.000 seguidores. Advertido por EL ESPAÑOL, lo retiraba de su cuenta.