L'Angliru, en Asturias, es cada año el puerto de montaña más temido por el pelotón de la Vuelta a España. Situado a 1.500 metros de altitud, en el corazón de la Sierra del Aramo, a lo largo de sus 12 kilómetros los ciclistas llegan a enfrentarse a rampas de hasta un 23,5% de desnivel. Una auténtica pesadilla para los deportistas profesionales y apasionados del ciclismo que se atreven a subirse en la bicicleta para intentar alcanzar la cima pedaleando. Pero no sólo para ellos, también para sus madres, que a menudo asisten y disfrutan -a su manera- de las proezas de sus hijos con el corazón en un puño.
Iván Muñoz, un triatleta madrileño de 21 años, se desplazó hace unas semanas junto a su familia a Asturias para visitar a unos familiares. El joven pensó que sería una buena oportunidad para intentar la subida al mítico puerto. Sus padres irían con un coche de apoyo, podrían hacer algunas fotos, darle ánimos y prestarle ayuda en el caso de que ocurriese algún imprevisto. Sin embargo, no todas las madres entienden lo de dar ánimos de la misma forma. O sí. Porque la madre de Iván podría ser la de muchos de nosotros en distintos momentos de nuestra vida. La madre española de pura cepa.
"Llevaba 10 kilómetros de puerto ya en las piernas y la verdad es que iba bastante justo. Había subido tramos del 18% y en esta curva empezaban las rampas del 23% de desnivel", relata Iván al otro lado del teléfono. "Según me contaron mi primo y mi padre, mi madre estaba supernerviosa y decía: '¡Está loco! ¡Con todo lo que lleva y ahora va a subir eso! No va a poder. Es que se va a reventar", explica el joven.
Como se ve en el vídeo, justo cuando llega a la curva que da inicio a La Cueña les Cabres, el tramo con el mayor desnivel de todo L'Angliru (un 23%), su madre, que grababa la subida, coge y le dice: "Iván, lo que viene ahora es mucho más duro, ¿¿eh??". A Iván, apenas sin aliento, lo único que le salió responder fue un "Joder, mamá... ¡Gracias!". "Tú verás... No, hombre... Te lo digo... Yo te aviso...".
La espontaneidad y comicidad del momento resume a la perfección la esencia de toda madre, a medio camino entre la sobreprotección y el apoyo incondicional. "La verdad es que en ese momento, con todo lo que llevaba, el comentario de mi madre me llegó al alma. No dije nada más porque estaba reventado y pensé: 'Joder, encima voy a estar gastando fuerzas'", cuenta riéndose este estudiante de INEF.
Pese a los ánimos, Iván consiguió conquistar la cima de L'Angliru. "Cuando llegué, mi madre me dijo que estaba loco, que creía que me iba a dar algo y no iba a poder subir, pero que había sido algo épico y estaba muy contenta", relata. El vídeo del momento, que colgó en su cuenta de Twitter (también en Facebook e Instagram), ha sobrepasado los 4.000 retuits en apenas dos días. Una repercusión que ha sorprendido al protagonista de la historia y a su familia. "La verdad es que pensé que mis cuatro amiguetes se iban a descojonar, pero nunca creí que fuese a hacerlo tanta gente", finaliza.