Un accidente con un sifón de nitrógeno como el que ha matado a Rebecca Burguer, estrella del fitness en Instagram, causó una explosión en el restaurante Bocacalle, en pleno centro de Madrid, el pasado 25 de mayo. La cocinera que manipulaba el utensilio tuvo que ser ingresada en el hospital de La Paz, y otras ocho personas fueron tratadas por heridas leves a consecuencia de la deflagración.
La trabajadora, de 39 años, sufrió el impacto de una de las piezas del sifón de nitrógeno en el hemitórax izquierdo y lesiones en el brazo de ese mismo lado, que quedó en "estado catastrófico". La herida es similar a la que acabó con la vida de Burguer, de 33 años. En su caso, el fragmento despedido por la explosión se le incrustó en el pecho y le provocó un fallo cardíaco.
Los sifones de nitrógeno permiten montar la nata y dar una textura esponjosa a cremas, mousses o espumas. Lo hacen inyectando gas a la mezcla, causando la emulsión de las partículas de grasa. Se trata de un recipiente de aluminio o acero inoxidable en el que se coloca el producto, se cierra a rosca y se introduce una cápsula de gas a alta presión. La cápsula se perfora, el gas se libera y se mezcla con el producto al agitarse. Después, se vierte por una boquilla.
El accidente se produce cuando falla el sellado y la presión hace explotar el artefacto. La familia de Rebecca ha usado su cuenta para advertir sobre los sifones, sobre los que en Francia pesa una alerta sanitaria.
La web especializada en consumo 60 millions ha publicado la lista de los más de 20 modelos llamados a ser retirados entre 2009 y 2013, cuando se evidenció que no eran lo bastante resistentes como para resistir la presión del gas y provocaron accidentes con resultado de lesiones, pérdidas de dientes e incluso, en un caso, un ojo. Aunque los modelos fabricados a partir de 2015 son seguros, denuncian que los sifones obsoletos siguen en circulación.