Donald Trump lleva solo unos meses como Presidente de Estados Unidos, pero han sido tan intensos que parece que hayan pasado años. Aunque muchos pensaban que la llegada al poder le domaría, el millonario neoyorkino sigue siendo en el Despacho Oval la misma bestia parda que era cuando rondaba los estudios reality shows televisivos o cuando decidía hacer una participación en Wrestlingmania.
Trump no es un presidente común y nada lo refleja más que su intensa actividad en Twitter. En estos meses ha tenido tiempo de enfrentarse con Arnold Schwarzenegger por la baja audiencia de El aprendiz -el programa que él presentaba y que heredó el actor-, asegurar que Obama le había espiado durante las elecciones (y de paso llamar enfermo al expresidente), de amenazar al exdirector del FBI con presuntas grabaciones y de hacer fortuna inventándose una palabra al dejarse un tuit a medias: covfefe.
Todo el que tuitee de forma habitual sabe lo sencillo que es cometer un pequeño error tipográfico, especialmente si usas un smartphone. Ante eso, toda persona normal haría lo mismo: borrarlo y publicarlo de forma correcta. Trump, también. Y en este acto de normalidad, Trump podría estar cometiendo una ilegalidad.
22 tuits eliminados que podrían ser registros presidenciales
Desde que es presidente, Donald Trump ha eliminado 22 tuits, incluyendo el memorable Covfefe. El primer tuit eliminado fue solo un día después de tomar posesión del cargo, en el primero que escribía ya como inquilino de la Casa Blanca, tras asegurar que se sentía "honerado" por servir como el 45º Presidente. El último fue el pasado día 25, después de eliminar un mensaje en el que anunciaba que participaría en el magacín matutino Fox & Friends (uno de los pocos programas que le gustan y sobre el que tuitea habitualmente). Las razones que le llevaron a borrarlo se desconocen.
Ahora se enfrenta a una demanda por la eliminación de estos tuits. El problema que que tiene Trump es que la Ley de Archivos Presidenciales prohibe la destrucción de todo escrito realizado por un Presidente de Estados Unidos, y eso podía incluir sus tuits. La demanda va más allá, e incluye el uso de aplicaciones cifradas usadas para comunicarse de forma interna por el personal de la Casa Blanca.
"El pueblo americano no solo merece saber cómo su gobierno toma decisiones importantes, es la ley", explica Noah Bookbinder, representante del grupo responsable de la demanda. "Al eliminar estos registros, la Casa Blanca está destruyendo registros históricos esenciales".
No parece que esta demanda vaya a causar un gran efecto, pero no deja de sorprender la enorme capacidad de Trump y de su entorno para generar polémicas surgidas aparentemente de la nada. Y menos de algo tan cotidiano como eliminar un tuit mal escrito.