El verano es una época un tanto extraña. Antes de ser adulto suele ser un período ausente de reglas, bastante largo, donde poder disfrutar de la libertad más absoluta. Ir a playas o piscinas, visitar familiares, hacer nuevos amigos, quedarse despierto hasta tarde y bailar pegadizas canciones que suenan una y otra vez en la radio. Más tarde, cuando ya se tienen responsabilidades, el verano no deja de ser una sucesión de momentos de irritabilidad: decidir cuándo, a dónde, durante cuánto tiempo y con quién se va de vacaciones se convierte en una tortura. Más o menos como la decisión sobre la canción del verano.
De un tiempo a esta parte esa decisión se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza y, lo que antaño resultaba algo de lo más sencillo como si fuese impuesto desde arriba, ahora resulta una guerra visceral sin cuartel entre defensores y detractores de cuantas canciones se hayan postulado a tal tarea.
Este año, como viene siendo habitual en los últimos años, hay unas cuantas candidatas a éxito estival, a saber:
- - Despacito
- - Súbeme la radio
- - Felices los 4
- - Me rehúso
- - Me enamoré
- - Shape of you
- - Mala mujer
- - Escápate conmigo
- - Ahora dice
Lo primero que llama la atención es que tan solo hay una en inglés. Uno podría pensar que abandonamos pues los años en los que abrazamos toda influencia americana. Nada más lejos de la realidad pues todas tienen ritmos caribeños. ¿Dónde quedan esas guitarras y baterías rockeras de los felices 80 o los sintetizadores con melodías pegadizas de los 90? Quién sabe. Pero lo que sí está claro es que los ritmos latinos nos han invadido.
Ricky Martin tiene la culpa
El artista puertoriqueño se hizo con el título de canción del verano en 1996 y, desde entonces, otros como él han repetido en el trono. Chayanne, King África, Raúl, SBS, La Mosca Tsé Tsé, David Civera, David Bisbal, Paulina Rubio y compañía sentaron las bases a finales de los 90 y principios de los 2000 para la llegada, en 2003, del primer éxito del reggaeton: Papi chulo de Lorna. A partir de ahí llegaron Don Omar, Daddy Yankee, Pitbull y finalmente Juan Magán, que curiosamente no es americano, sino de Badalona.
Con este último se sentaron las bases del electrolatino y su evolución, mezclado con R'n'B, hip-hop, dancehall y trap últimamente, que han copado las listas de éxitos de los últimos meses y no dejan de sonar en todas partes. Pero, ¿cuál es el secreto de su éxito?
Ritmos pegadizos y letras ambiguas
Lo primero es más que evidente: un tempo relajado, un ritmo marcado y una melodía sutil que permita contar una historia que no requiera mucha habilidad vocal. Los chorros de voz y los gorgoritos son cosa del pasado, ahora lo que se lleva son las producciones caseras. Así "cualquiera" puede cantar, así todos podemos cantar.
Con respecto a las historias que se cuentan, porque una canción no es más que una historia, la evolución no ha sido tan marcada. Como podemos ver en el gráfico, se siguen utilizando, en mayor medida, las mismas palabras (si aceptamos la premisa de que el billboard norteamericano es comparable al español) y, por ende, se habla de los mismos temas: amor, tiempo, chica.
Sin embargo hay algo que me llama poderosamente la atención en el que, sin lugar a dudas, es el éxito del verano: Despacito. En ningún momento, si atendemos a la letra, se especifica que estemos ante una relación heterosexual. De hecho, tengo la teoría de que es una declaración de amor entre Luis Fonsi y Daddy Yankee:
Despacito
Quiero respirar tu cuello despacito
Deja que te diga cosas al oído
Para que te acuerdes si no estás conmigo
Despacito
En los tres minutos y cuarenta y ocho segundos que dura la canción tan solo hay una referencia femenina: mami, y tengo dudas entre si es una expresión coloquial o un vocativo; y me decanto por lo primero.
Lo único que nos hace pensar en que esta canción es completamente heterosexual es el videoclip, donde aparecen varias escenas, cuasi explícitas, de la cópula. Pero si nos ceñimos estrictamente a la letra de la canción, que es lo que deberíamos hacer, tengo serias dudas sobre a quien se dirige Luis Fonsi.
Si cerramos por un momento los ojos y nos imaginamos que los protagonistas de la conversación que hay en la canción son dos chicos, todo queda igual. No se debería cambiar ninguna palabra ni ninguna expresión. Funciona en todas las direcciones: chico a chica, chica a chico, chico a chico y chica a chica. Esa es, seguramente, el pilar del éxito de la canción.