Caminamos sobre el pavimento de las ciudades sin mirar al suelo, inmersos en nuestros móviles y su universo de mensajes sin contestar, yendo de un lado para el otro como zombis y sumergiéndonos en las entrañas de la tierra cuando queremos movernos a alguna parte, ya sea tomando el metro o el coche que dormitaba en el parking. Asumimos que todo lo que vemos es lo que hay, que allá donde queramos marchar siempre habrá una puerta a la que pedir permiso para cruzarla. Pero no: bajo las ciudades que creemos conocer tan bien se esconden construcciones secretas que no ha visto nadie en años. Alimentarían la imaginación hasta de los escritores menos prolíficos.
Las ciudades han ido abandonando multitud de construcciones en el subsuelo, principalmente estaciones de metro, búnkeres de guerra y hasta centros comerciales. Tener la suerte de conocer estas construcciones en vivo es toda una aventura. Como demuestra en primera persona Marc Vilas, un instagrammer que se adentró en unos túneles inundados y abandonados del metro de Valencia.
Las ciudades esconden muchas estaciones de metro que no llegaron a abrirse al público. Líneas abandonadas, túneles oscuros y angostos a los que hay que echarle valor para adentrarse por ellos. La mayor parte de líneas tiene tramos sin abrir, como es el caso de Madrid y su estación fantasma de Chamberí. Mito durante años, finalmente se abrió al público como museo en 2008. Puede visitarse de manera gratuita.
Barcelona también tiene una buena cantidad de estaciones de metro abandonada. Una de ellas, que jamás llegó a inaugurarse, es la estación de Gaudí, delante de la Sagrada Familia. Los pasajeros del metro pasan por delante de la estación sin enterarse de que cruzan unos andenes que jamás pisaron los viajeros.
En Barcelona está también uno de los proyectos subterráneos más espectaculares que han existido: la "Avenida de la luz". Una construcción de 2 000 m2 situada en el centro de Barcelona, entre la Plaza Catalunya y la de Urquinaona, que se extiende bajo tierra durante una longitud de 175 metros. La avenida tenía un ancho de 10 metros y a ambos lados se abrían más de 60 comercios y un cine, el denominado "Cine de la luz". Esta galería comercial subterránea se cerró definitivamente en 1990 tras 50 años funcionando. El centro comercial El Triangle, situado ahora junto a la Plaza Catalunya, se construyó sobre uno de los locales de la Avenida de la luz.
Aparte de para el transporte y para el ocio, las ciudades atesoran en su subsuelo una gran cantidad de búnkeres. Construidos como refugios de la primera y segunda guerra mundial, o como protección para los altos cargos de edificios gubernamentales, destaca el célebre búnker de la Moncloa. 7 500 m2 repartidos en tres pisos distintos con instalaciones habilitadas para proteger hasta 200 personas de un ataque nuclear. Tiene salas de juntas, oficinas y hasta un quirófano. Sin embargo, apenas se utiliza, señal de que la época en la que se construyó (entre 1990 y 1991, durante la presidencia de Felipe González) quedó atrás en la agenda de los grandes políticos.
Barcelona es una ciudad de búnkeres y refugios antiaéreos. Más de 1 300 se construyeron durante el siglo XX para protegerse de los bombardeos sistemáticos a la ciudad. Uno de ellos, de los mejor conservados, es el refugio de la plaza del Diamant. Situado en el barrio de Gràcia, reserva al visitante más de 250 metros de túneles estrechos que servían como protección a unas 200 personas. Puede visitarse los domingos reservando cita previa.
Las ciudades poseen su historia. A veces conocida por todos, a menudo oculta bajo metros de hormigón, asfalto, tierra y olvido. Vale la pena adentrarse en estos lugares, aunque solo sea con la imaginación. Son testigos silenciosos de un tiempo al que podemos viajar sin tener a nuestro alcance ninguna máquina.