Hace apenas unos años, antes de la llegada de las cámaras en nuestros teléfonos y de las redes sociales, ver a alguien sacarse una foto a si mismo, dando la vuelta a la cámara y alargando el brazo en ángulos imposibles, era raro y motivo suficiente como para plantearte si la autoestima de esa persona estaba en niveles saludables, ya sea por falta o por exceso.
Hoy es algo normal, con millones y millones de personas subiendo selfies a Instagram. La mayoría salen espléndidos, sonrientes y con ojos brillantes. Pero eso oculta muchas historias detrás de la fotografía: los veinte intentos en los que la foto ha salido horriblemente mal.
Por suerte, hay gente con suficiente sentido del humor para hacer públicas estas fotografías. Un ejemplo de valentía es JuddJasper, un usuario de Reddit que publicó el siguiente selfie:
La historia tras la foto es la siguiente: el teléfono del protagonista tiene una opción para crear una foto panorámica. Para ello el dispositivo realiza distintas fotos y las junta. ¿El problema? Su novia estornudó en el momento exacto que tomaba una de las fotos, quedando inmortalizada como un ser bicéfalo que podría formar parte de la más oscura mitología griega.
Las fotos panorámicas pueden crear criaturas del averno
Cuando una foto panorámica sale mal, es posible que el resultado sea unas criaturas extrañas salidas de las peores pesadillas lovecroftianas. Para muestra, los ejemplos que nos muestra la cuenta de Twitter @PanoramaFails:
Cuando la vida se interpone entre el selfie perfecto y tú
En ocasiones lo que estropea un selfie es algo mucho más sorprendente que un simple estornudo...
Como un camello...
Un espejo en el lugar equivocado...
Un reflejo desafortunado...
Un perro poseído que te echa de menos...
Un autofoco con intereses distintos...
La impaciencia...
Una mascota con ganas de protagonismo...
Ya se lo decía Liam Neeson a Batman: tienes que estar atento a lo que te rodea...