En Silicon Valley, o más bien fuera de él, existe la creencia que viven en una burbuja ajenos a la realidad del resto de personas. Y en cierto modo es así. Los problemas de los habitantes de San Francisco y alrededores nada tienen que ver con los del resto de personas: nuevas startups con productos innovadores, robots que sirven café como a uno le gusta, apps nuevas que prometen ser el próximo Facebook, etc. Pero hay algo mundano que iguala a sus gentes a las del resto del planeta: ir a trabajar.
Pero incluso hasta para eso son especiales, y sino, que se lo pregunten a Curt von Badinski, el CTO de una startup que está creando un anillo con el que controlar ordenadores y smartphones. Este individuo vive a más de 600kms de su oficina, de hecho vive en otra ciudad, en Los Ángeles, al sur del estado de California.
Cada mañana se levanta a las 5 de la mañana para poder coger su coche e ir al aeropuerto más cercano donde, por la nada desdeñable cifra de 2.300$ mensuales, tiene un servicio de puente aéreo que le lleva cada día a San Francisco. En los casi 90 minutos que dura el trayecto aprovecha para trabajar y conversar con las otras 7 personas que le acompañan a su destino.
Para Curt, dedicar cada día casi 6 horas de su tiempo a ir y volver del trabajo es algo normal. Lo único que lamenta es la contaminación que crea al coger un avión cada día pero intenta compensarlo conduciendo un coche eléctrico en su destino. Desconocemos si será suficiente, pero no hay que negar que tiene intenciones positivas.