En época estival nuestras costas se ven "invadidas" de turistas de todas las procedencias. En gran parte eso nos ha permitido conocer nuevas modas y tendencias que había en el resto del mundo y a ellos les ha permitido conocernos a nosotros. Sobre todo a nuestra gastronomía y lo que entendemos nosotros de la del resto.
El caso es que un par de hermanos estuvieron en Málaga este fin de semana y fueron a un restaurante que decía tener menú vegano. Una de ellas, emocionada ante tal afirmación no dudó en pedirlo y su cara vale más que cualquier descripción que yo pueda hacer ante lo que le trajeron.
Estrictamente hablando es un plato vegano: cebolla y tomate. Pero claro, imagino que ella se esperaba algo más elaborado. Al final, según la autora del tuit reconoce, se acabó comiendo la ensalada e, incluso, dice que volverán al restaurante.
"Jamón es jamón, no es carne"
Recuerdo una anécdota hace unos años que me aconteció en un bar de Barcelona junto con un amigo que venía de Suecia. El chaval era vegetariano y preguntó al camarero del bar donde estábamos qué llevaba el bocadillo vegetariano del local.
"- Pues lleva lechuga, tomate, huevo duro, mayonesa y jamón.
- ¿Jamón?
- Sí, jamón. Jamón es jamón, no es carne."
Nos quedamos a cuadros y acabó pidiendo un bocadillo vegetariano sin jamón y el pobre camarero lo miró como un bicho raro. Normal.
Y esta situación imagino que se ha repetido en muchos bares de nuestra geografía e incluso en otros países, tal y como ilustra la siguiente fotografía de un menú. Puede que debiéramos revisar las definiciones de nuestra pirámide nutricional.