Por nuestra anatomía, el ser humano debería haberse visto limitado a la tierra o, como mucho, a aguas poco profundas. Sin embargo, a lo largo de los últimos milenios, con nuestro ingenio hemos logrado llevar nuestra infinita estupidez a los mares y a los cielos. Y si nadie lo remedia, también acabará por conquistar el espacio exterior.
En los últimos años hemos visto una rápida expansión de los drones, lo cual ha llevado a una rápida democratización de los vientos. Y eso solo se puede traducir en una cosa: ¡vídeos de gente metiendo la pata!
Y si, además, tenemos en cuenta que los drones no son lo más estable del mundo tenemos la receta para el desastre.
Un padre modélico
Los drones nos permiten evolucionar ciertas tradiciones. Toda una generación crecimos con la leyenda de que a nuestro padre le habían arrancado un diente que se movía atándolo con un cordón a una puerta y cerrándolo de un portazo. Este padre trató de hacer lo propio con un dron... aunque el resultado dejó mucho que desear (la parte del dron acaba en el minuto 2.41):
Tener un perro es una de las cosas más agradecidas que puedes hacer. Te hacen compañía y a cambio de dos trozos de pavo te quieren como si fueras un dios. Sin embargo, también tiene su parte mala, y es que hay que pasearlos, algo que puede ser algo molesto cuando estás tumbado en el sofá esforzándote seriamente por morir de una enfermedad cardiovascular enganchado a una serie.
¡Pero tenemos la solución! Basta con programar la ruta en el GPS del dron y dejar que este pasee a tu perro ¿qué podría salir mal?
Jugar con un dron y un perro puede ser muy tentador, utilizar el pequeño artefacto volador para volver loco a tu mascota. Claro que también puede ser la forma más rápida de quedarte sin juguete:
Y, sobre todo, recuerda no molestar a animales salvajes a menos que quieras llevarte un revolcón:
Y aunque no haya animales cerca, ten cuidado con qué sobrevuelas si eres novato, no vaya a ser que tengas que darte un chapuzón para salvar tu aparato:
Y, sobre todo, que las ansias no te puedan: no te acerques demasiado a tu objetivo:
Y, por el amor de dios, no modifiques el aparato añadiéndole un arma:
Y si le añades un lanzallamas, no intentes cocinar un pavo con él. Es más, procura no ponerle ningún artefacto incendiario. Por favor.