Con únicamente 12 años Ezrah 'el tiburón' Dormon todavía no puede tatuarse, pero sí que puede tatuar a otras personas. Hasta 20 personas cuentan ya con sus diseños en su piel. Afincado en la ciudad de Panamá, Ezrah decidió que quería ser tatuador al ver a su madre hacerse uno.
Era una flor roja, y el proceso fascinó al pequeño hasta tal punto que el dueño del local, Ali García, decidió dar una oportunidad a Ezrah, que cogió la aguja con decisión y dio color a la piel de su madre. "Al principio estaba un poco nervioso" explica, "pero una vez le cogí el truco empezó a fluir". El talento del chico sorprendió a Alí, que decidió adoptar al joven como su aprendiz.
Así, en el local Honolulú de Panamá, el joven prodigio está dando sus primeros pasos como tatuador. Si el primer paso lo dio con la piel de su madre, el segundo paso lo dio con la de su padre, al dibujar sus primeras líneas.
"Hacer líneas es mucho más intenso" cuenta Ezrah "porque la aguja tiene que llegar solo hasta la mitad de la piel, ni más ni menos".
"Al principio mis amigos en el colegio no me creían", explica. Sin embargo, su fama corrió rápido por la escuela, e incluso su profesora de matemáticas ha pasado por su aguja.
Sin embargo, buena parte de su tiempo la pasa tatuando pomelos a modo de práctica -al parecer es muy similar a tatuar piel humana.
Con solo 12 años Ezrah ya tiene una experiencia envidiable con la aguja, aunque a muchas personas les parece una locura que asuma la responsabilidad de tatuar algo permanente sobre la piel de otras personas, mientras que a otros les parece fantástico. Entre otros, a sus padres, quienes apoyan al máximo la pasión de su hijo, aunque la velocidad a la que se está desarrollando todo sí les parece una locura.