Hace casi tres meses, cuánto tiempo madre mía, que empezó el verano y, en aquellos primeros días nada hacía presagiar que uno de los éxitos de la temporada iban a ser unos flamencos rosas hinchables. No fue hasta julio, y gracias a un vídeo que colgó Kiko Rivera, que los flamencos rosas gigantes llegaron al mainstream. A partir de ahí todas las playas se vieron invadidas.
Además a cámara lenta.
Sin embargo, si echamos una mirada a Europa podemos comprobar que ya nos llevaban ventaja, como siempre. Y es que los ingleses ya conocían a nuestros amigos los flamencos rosas en mayo. Y todo fue a este hilarante vídeo de una pobre mujer luchando por subirse a su peor enemigo.
El fin del verano
Pero como todo, este verano ha llegado a su fin y los dichosos flamencos rosas no iban a ser menos. ¿Y qué pasa cuando la temporada acaba en las Baleares? Que la gente abandona a los hinchables como el desodorante abandona a un obrero un mediodía de agosto en el metro sin aire acondicionado. Dantesco.
Tanto es así que las imágenes que nos llegan desde Mallorca podrían ser el resumen, un tanto patético, del final de las vacaciones.
Se puede ver la tristeza en los ojos del animal. La gente no tiene compasión. Aunque los entiendo. Después de tantos días juntos, de buenos momentos y ratos inolvidables en la playa y la piscina del hotel, bebiendo y poniéndose tibio, a uno le cuesta separarse de su mejor amigo. Es por eso que comprendo a quien lo haya dejado ahí abandonado, en un contenedor, esperando que otro haga la difícil y horrenda tarea de deshacerse de él. Porque después de unas vacaciones juntos cuesta separarse.