La regla primordial del libre mercado dice que todo se basa en oferta y demanda. Cuando la demanda es alta pero la oferta es escasa el precio tiende a ser alto. Así que siguiendo esta premisa el canadiense Damian O'Reilly decidió ponerla en práctica. ¿Cómo? En un lugar con mucha demanda y poca oferta: la cárcel.
El plan que había diseñado en su cabeza era sencillo: si introducía la suficiente droga en la cárcel podría venderla al precio que quisiera y forrarse al instante. Así que pensó en la mejor manera de colar droga en el trullo y decidió que los huevos kinder eran el mejor transporte.
Así que se hizo con la droga y se hizo con ocho huevos kinder y, como no era capaz de tragárselos, se los introdujo por el culo. Acto seguido hizo que lo detuvieran, algo fácil cuando ya tienes antecedentes y le tiras una piedra al coche de policía delante de un juzgado, según informa el ottawan citizen.
Sin embargo, O'Reilly no contaba con la astucia de los policías canadienses que sospecharon del joven al ver que se movía con cierta dificultad y hacía muescas de dolor al ser detenido. Es por eso lo encerraron en una celda seca, así llaman a las celdas sin W.C., y esperaron a que él mismo expulsase la droga. Al final incautaron 59 gr de marihuana, 1 gr de MDMA, mecheros y papel de liar.
Por todo esto le han caído 2 años de cárcel.