Julie Dragland estaba tranquilamente en el tren hacia Dublín (Ohio) cuando la persona que estaba sentada detrás de ella le pasó una nota digna de una película de Alfred Hitchcock: dos pistolas estaban apuntándola y si quería vivir debía entregar su móvil y su cartera si quería vivir.
En frío, es fácil pensar que era un simple farol, que asesinar a alguien en un tren es mucho riesgo para conseguir unos cientos de dólares, que la persona detrás de ella no era más que una estafadora dispuesta a sacar provecho del nerviosismo que suele crear que te digan que te están apuntando con un arma.
La nota le indicaba que no se diera la vuelta hasta pasada la parada de Civic Centre y que fuera discreta. Si seguía las instrucciones, viviría.
Según explicó al San Francisco Chronicle "cuando leí la nota, entré en pánico, no sabía quién estaba sentado detrás de mi y no quería darle mis cosas". Explicó que trató de pedir ayuda al hombre que estaba de pie junto a ella, murmurando "ayúdeme", pero que se dio cuenta de que debería seguir otra estrategia cuando este se bajó del tren.
Entonces decidió simular un ataque de epilepsia. "Probablemente fue ridículo. Me incliné hacia un lado y comencé a sacudirme y llorar. Cerré los ojos y lo empecé a hacer con más fuerza para llamar la atención de la gente".
Las autoridades sospechan de una mujer que abandonó el tren en la siguiente parada, según apunta People, que abandonó el tren momentos después. No creen que fuera armada.
Dragland explicó que la idea le vino gracias a ver la televisión. "Creo que lo vi en un capítulo de Ley y Orden. Me impresionó mucho".