Cuando te sientas en el tren y te pones música no sabes lo que estás a punto de perderte. De hecho, el mítico guionista Rafael Azcona -autor de los libretos de La escopeta nacional, El vergugo o La gran comilona- decía que el cine italiano se acabó cuando los guionistas dejaron de ir en autobús. ¡Los dramones que se perdieron! Pero ninguno como el vivido por Fran a bordo de un tren de Renfe.
A todos nos ha tocado alguna vez algún compañero de vagón complicado. Estos pueden ir desde niños rebeldes hasta gente que habla por teléfono gritando como si no entendiera que la voz llega a través de ondas electromagnéticas y no sonoras. Pero en pocas ocasiones nos encontramos con un pasajero decidido a dar a conocer las intenciones de Dios Nuestro Señor.
Si tener una pasajera paseándose por el pasillo al grito de "no hay demonio que pueda conmigo porque yo soy Jesús" no es lo suficientemente pintoresco, la historia tiene nuevos giros. Solo faltaba un "todo iba bien hasta que empezaron a pasar cosas raras".
Eso sí, Fran había atraído mucha atención con su vídeo, así que tenía que disfrutar del momento:
Después de ruegos y súplicas y de un rato haciéndose el interesante, por fin se arrancó a explicar la historia completa, y es casi más inquietante de lo que se podía imaginar.
Pero todavía hay un giro más, al más puro estilo "he oído un ruido":
La próxima vez que te toquen un par de niños gritones en el asiento de al lado, parece que va a ser mejor que no te quejes. Mucho peor podría ser...