Puigdemont un agente ruso llamado Cipolino, Letonia ofreciendo su ejército para tomar Barcelona y el 50% de los turistas de la ciudad condal al servicio de la inteligencia rusa. No sabemos en qué momento la Ministra de Defensa tuvo que comenzar a sospechar que, tal vez, la llamada a la que estaba atendiendo -y perdiendo una cantidad de tiempo que seguramente podía estar invirtiendo en algo importante- no era del Ministro de Defensa letón. O igual pensaba que -como Letonia está lejos- esas eran sus costumbres y tenía que respetarlas. Como el extraterrestre que se come las flores del centro de una mesa para no parecer descortés.
Poco faltó para que los humoristas rusos aprovechasen para hacerle una oferta a Cospedal para que se cambiase de operadora -en el logo de Vodafone hay mucho rojo... ¿tendrá alguna conexión con el Kremlin?-. Por el camino, pudo haber revelado algunos datos secretos, como que España no tiene pruebas de que la injerencia rusa sea del gobierno ruso. Pocos imaginaron que la contrainteligencia fuese tan sencillo como llamar al enemigo y preguntar ¿verdad?
Los más jóvenes tal vez no lo crean, pero una vez hubo un mundo en el que un Ministro que cae en una trampa así hubiera como mínimo dado explicaciones en una rueda de prensa o en el Congreso -y posiblemente exista un universo paralelo al nuestro, muy parecido pero con pequeñas diferencias, en el que todos llevamos sombreros de cowboy y en el que los políticos dimiten por zarpazos así-. Hoy se explican por Twitter, escribiendo el mensaje mientras ven un capítulo de Stranger Things o, como casi todos los tuiteros, mientras se encuentran a si mismos en el retrete.
Y es que los mejores hilos de Twitter han comenzado con cosas o conversaciones raras:
Al menos esta nueva película de espías puede dar nuevas ideas a un Hollywood que últimamente vive demasiado de secuelas, spin-offs, reboots y universos compartidos.
Aunque en el fondo nos tiene que dar pena la auténtica víctima aquí. Ahora que todo el mundo sabe que llamarla es así de fácil, lo tiene que estar pasando peor que Moe en las primeras temporadas de Los Simpson. Y el gag de las llamadas a Moe se quemó rápido, gastar bromas a políticos es algo que nunca pasará de moda.
Y luego a ver con qué cara sale a dar una entrevista, igual cree que el reportero es un humorista elfo:
Aunque existe una explicación que justificaría toda la confusión de Cospedal. Y es que últimamente por la sede del PP se oye mucho unas palabras que podrían haber sonado en la cabeza de la ministra a modo de cacofonía, y haberla puesto nerviosa, siempre en diferido.
Al menos, durante el rato que pensó que estaba sobre la pista definitiva para vincular el Procés con Rusia fue feliz:
Al menos queda claro que España tiene una sólida cantera de humoristas: