Hace unos días salió en varios diarios a toda página una polémica oferta de trabajo de Burger King. En ella se buscaba a gente para repartir sus pedidos a domicilio y, echando un vistazo a los requisitos, parecía que estaban buscando un Premio Nobel. Y claro, les calló la del pulpo.
Dos días después descubrimos que todo forma parte de una campaña conjunta de Burger King y PlayStation para promocionar sus marcas.
Además, si cuando te entreguen el pedido, vences al repartidor en un juego de preguntas o en uno de cantar, la cena te sale gratis.
La promoción está bien, la idea es buena pero la ejecución... El problema está, sobre todo en que ahora mismo en España hay dos temas más delicados que bañar a un Gremlin después de comer a medianoche: el trabajo y el procés.
Imagino cómo iría la conversación en McCann, la agencia de publicidad encargada de la promoción:
- Tenemos que crear una acción para estas dos marcas antes de Navidad.
- Podemos hacer que Puigdemont y Junqueras repartan las hamburguesas a domicilio.
- Lo veo complicado. ¿Qué más tenemos?
- Podemos crear polémica con una oferta de trabajo de repartidor con requisitos inflados, ¿qué puede salir mal?
- ¡Ascendido!
Y es que en España hay una máxima que dice: con las cosas de comer no se juega. ¿Y qué te da de comer? El trabajo.