Hay un dicho que dice: "hay dos tipos de matrimonios, los que acaban bien y los que duran toda la vida". Este parece que será de los primeros, porque ninguno de los presentes parece muy emocionado con la unión.
El animador hace lo que puede, el auténtico héroe de la escena, pero no consigue transmitir su entusiasmo a la multitud. Ni mucho menos a los novios, no hay más que ver el rostro de la novia y la ilusión con la que lo lanza. Se ha visto a gente comprar betún en el supermercado con más alegría en sus rostros. Y tampoco es que el resto de los participantes parezca más entusiasmado. La chica que recoge el ramo parece que esté a punto de decirle "perdone, se le ha caído esto", e incluso un perro pasea por la fiesta con un porte de lo más aburrido.
Pero quizá el momento más espectacular llega en el momento en el que el novio debe besar a la novia. Lo hace con la misma actitud que un niño pequeño al que se le ordena que de un beso al compañero de clase al que acaba de robar un juguete. Ni se cruzan la mirada e incluso tienen que darle un empujón al novio para que lo haga, es romanticismo en estado puro.
No ha trascendido demasiado sobre las circunstancias de la boda, más allá de que ocurre en México. Lo más probable es que sea un matrimonio concertado por los padres, con el más que evidente desacuerdo por parte de los participantes, ya que hay zonas del país americano en el que todavía son los progenitores quienes arreglan los matrimonios. No sabemos si serán muy felices, pero ya han superado los tres millones de visualizaciones en YouTube. A ver si el Príncipe Harry lo supera.