La Navidad es una época maravillosa. Lucecitas, regalos, turrones, regalos, polvorones, regalos… porque vamos a admitirlo, podemos alegrarnos mucho de reunir a la familia y todo eso, pero lo que más nos gusta es los regalos. Da igual que te los traiga Papá Noel o los Reyes Magos. Como si quieren traer uno cada uno.
Con tanta gente a la que regalar, los entes mágicos que reparten ilusión hay que repartirse las zonas y hay sitios en las que hay que subcontratar a los locales, como el Olentzero en el País Vasco. Y de vez en cuando hay algún personaje pintoresco, como por ejemplo el Caga Tió catalán –aunque también se celebran en partes de Aragón-, cuyo nombre significa "leño que caga".
Habrá quien piense que esto es un invento nacionalista para no celebrar las mismas fiestas que en el resto de España, pero aguanta ahí, cuando sepas un poco más del Caga Tió comprenderás que es tan astronómicamente delirante que no puede haber salido de ninguna mente procesista y solo se puede explicar por alguna milenaria tradición vinculada a la caca. Sí, a la caca.
El tronco masoquista que ni David Lynch imaginó
Y es que, en esencia, estamos ante un tronco al que se le da comida, se le infla a bastonazos mientras se canta para que defeque regalos. Para que sea todo un poco menos loco (¿o más?), en un extremo del tronco se dibuja una cara sonriente y se le pone una barretina, que hay que hacer país.
Como en casi todo en esta vida, las reglas exactas varían de hogar en hogar. En algunas casas se le da de comer a lo largo de unos días hasta que finalmente excreta los grandes regalos. En otras va deponiendo pequeños regalitos día a día hasta que finalmente Papá Noel o los Reyes Magos traen lo grande. Pero se haga como se haga, siempre se mantienen los porrazos y la manía de defecar regalos. No lo podía traer en una bolsita normal como todo el mundo.
Garrotazos mientras los niños cantan
La tradición, sin embargo, dice que hay que comenzar a darle de comer a principios de diciembre y finalmente se le hace cagar –disculpad el lenguaje, pero las canciones tradicionales usan este verbo- el antes de la comida 25 o la noche del 24. Normalmente se ponía junto a la chimenea y se mandaba a los pequeños a rezar antes de proceder a aporrear al pobre tronco. Y no depositaba regalos, sino que dejaba chucherías y turrones.
Todo esto con canciones con letras tan normales y líricas como la siguiente:
Caga, tió
almendras y turrón
no cagues arenques
que son demasiado salados
caga turrones
que están más ricos
caga tió almendras y turrón
si no quieres cagar
te daré un bastonazo
¡Caga, tió!
Se trata de una tradición rural, que está vinculada con otras similares, aunque menos escatológicas, de Occitania, Galicia y el Reino Unido –el Yule Log, un postre navideño que consiste en un pastel con forma de tronco-. Originada en el mundo rural, originariamente se cree que era un tributo a los antepasados, en el que el tronco se hacía arder el día de Navidad, aunque con el tiempo ha evolucionado en esta fiesta infantil.
Aunque algún día los catalanes tendrán que dar explicaciones por esta obsesión por la caca, entre el caganer, la merda de la muntanya y el caga tió…