Todos hemos estado ahí. Todo nuestro trabajo e ilusiones vitales puestos en la consecución de un objetivo, un objetivo que está ya ahí, basta con estirar el brazo y lo puedes tocar, basta con esperar un poquito más y ya lo podrás coger, ese oscuro objeto de deseo será tuyo. Y entonces, algo imprevisto falla y ves como se escurre entre tus dedos y se desliza corriente abajo, lejos y para siempre. Como decía Homer Simpson, "la vida es un golpe tras otro hasta que acabas odiando a Flanders".
Todos hemos suspendido un examen con un 4,9; hemos visto como ese/a chico/a se marcha con otro/a a última hora de la noche; nos han quitado un taxi delante de nuestras narices cuando ya nos visualizábamos felizmente sentados de camino a casa; han declarado la independencia de tu país para suspenderla de forma inmediata o hemos perdido un Globo de Oro que ya veíamos encima de nuestra encimera. Eso es exactamente lo que le ha ocurrido a Hugh Jackman.
Lobezno -porque siempre será Lobezno en lo más profundo de nuestros corazones- estaba nominado al Globo de Oro a mejor actor en comedia o musical por su papel como Phineas Taylor Barnum en El gran showman. Parece que estaba realmente convencido de que ganaría, sin embargo el premio terminó en manos de James Franco, quien da vida al peculiar director/guionista/actor/productor Tommy Wiseau en The Disaster Artist.
Y ni todo el dominio del método Stanislavski ha podido ocultar cómo el alma del australiano se partía en seis o siete trozos.
Quizá no le sirva de consolación, pero se ha llevado el premio a mejor meme de la noche, aunque dudamos que eso lo ponga en su currículum. ¿O sí? Yo lo pondría.
Y es que perder un premio contra quien da vida a uno de los peores actores de la historia del cine tiene que doler: