Cerca de un millón de selfies son compartidos de forma diaria. La cantidad de autorretratos que no llegan a las redes ya es algo imposible de calcular, y más si empezamos a pensar que cada selfie compartido en redes ha necesitado de tres o cuatro ensayos. Hace unos años ver a alguien hacerse una foto a si mismo por la calle suponía pensar de forma inmediata que te cruzabas en la calle con alguien con un grave trastorno narcisista. Ahora lo haces tú. El selfie se ha convertido en una parte cotidiana de nuestras vidas, y uno ha servido para condenar a 7 años de prisión a su autora.
La mañana del 25 marzo de 2015 Brittney Gargol apareció muerta en una carretera de Saskatoon, Canadá. A pocos metros del cuerpo, apareció un cinturón que la policía consideró que era el arma del crimen, con el que se había estrangulado a la joven de 18 años. Sin embargo, la investigación no fue sencilla.
Cheyenne Antoine, la mejor amiga de Gargol, fue la última persona en verla con vida. Según explicó, habían estado en diversos bares esa noche hasta que su amiga había comenzado a hablar con un hombre desconocido con el que se había marchado. Su versión no acababa de cuadrar, ya que las cámaras de seguridad de uno de los locales en los que Antoine aseguraba haber estado mostraba que, al menos esa noche, no habían entrado.
El selfie chivato
Sin embargo, eso está lejos de probar que Antoine era la asesina. Finalmente, dieron con un testigo que había escuchado como la joven confesaba haber matado a su amiga. Pero la pieza final que sirvió para condenar a la asesina fue una fotografía publicada en Facebook por la sospechosa pocas horas antes de los hechos. Un selfie:
Entre cientos de fotos y publicaciones en las que trataba de despistar a la policía -al día siguiente publicó un mensaje en el que preguntaba dónde estaba Gargol-. Era algo difícil de ver, al borde de la foto pero que la vinculaba de forma clara con la escena del crimen: el mismo cinturón que había aparecido a pocos metros del cuerpo.
Finalmente, en el juicio que terminó el pasado lunes, Antoine se declaró culpable de homicidio. Aseguró no recordar que la mató, pero tampoco lo negó. "Sabe que la familia de la víctima merece una explicación, pero no la puede dar", declaró su abogado en el jucio.
Ahora ha sido condenada a 7 años de prisión.