No todo el mundo sabe que Robert Capa, en realidad, no era un hombre. El fotógrafo idealizado nunca existió o, quizás, existió tal y como lo hemos imaginado solo unos 17 años. Endre Ernö Friedmann y su pareja Gerda Taro -nacida Gerta Pohorylle- eran Capa, el seudónimo que inventaron y nutrieron ambos de imágenes icónicas a través de sus objetivos.
Gerda murió en España. Un 26 de julio de 1937, en El Escorial, después de haber sido atropellada el día anterior por un tanque. Se había caído del coche de un general de las Brigadas Internacionales en mitad de un repliegue republicano, convirtiéndose así en la primera fotoperiodista en morir en un conflicto bélico.
Seis días después, cuando ella hubiese cumplido 27 años, Endre esperaba para entrar en la consulta del dentista en París, leyendo la prensa. Fue así como se enteró de su muerte en el frente de Brunete. Él moriría 17 años más tarde, cuando pisó una mina mientras cubría la Guerra de Vietnam.
“Podría ser Gerda Taro”
Más de ochenta años después de su muerte, el azar ha querido regalarnos la que podría ser la última fotografía de Gerda Taro, mientras era asistida por un médico de las Brigadas Internacionales.
Un tuit de John Kiszely, exsoldado e historiador británico, mostraba la imagen, de la que decía: “Acabo de desenterrar esta foto de un joven doctor en las Brigadas Internacionales de la Guerra Civil española en 1937: mi padre”.
El propio Kiszely cuenta a Verne al otro lado del teléfono que su padre era húngaro y había estudiado Medicina en Budapest. Mientras se especializaba se fue a España con Cruz Roja Internacional sumándose a las Brigadas en enero del 37 hasta el final del conflicto.
“Hungría tenía entonces un gobierno de derecha radical cercano a la Alemania de Hitler, así que él ya no era bienvenido en su propio país. En España hizo amistad con un grupo de británicos y decidió ir a Escocia con ellos. Se convirtió en un refugiado por haber ayudado a los combatientes españoles republicanos. Pero así es como conoció a mi madre”, explica.
El reverso de una foto
La fotografía empezó a hacer su particular periplo por Twitter hasta llegar al periodista Carlos del Amor, que le pidió a Kiszely si podía mostrar la parte de atrás de la imagen, advertido sobre la pista de Taro.
“Frente de Brunete. Junio 37 en Torrelodones. Mrs Frank Capa. Ce Soir. París”, se lee en la anotación.
Gerda Taro había fallecido un mes después de la fecha de la inscripción y tampoco se entiende que aparezca escrito Frank Capa, pero como apuntó Kiszely a Verne: “El hombre que me entregó la imagen fue quien hizo esas anotaciones. No me extrañaría que confundiera el mes y que mezclara el nombre del fotógrafo con el del director de cine”.
El cineasta estadounidense Frank Capra ya era conocido en España por Sucedió una noche, así que ese podría haber sido el motivo de la confusión. Por otro lado, Gerda sí trabajaba en esa época para la revista Ce Soir.
Esa misma foto ya había aparecido en el libro Sanidad de las Brigadas Internacionales, como recordó la revista FV en un tuit posterior, identificándose al doctor Kiszely pero no a la paciente. En el texto, eso sí, aparece mencionado Reggie Saxton, quien entregó la fotografía a John.
¿Es o no es Gerda Taro?
Del Amor contactó para su reportaje en Televisión Española con el historiador Jesús de Miguel y con la experta en la figura de Gerda Taro, Irme Schaber, con el propósito de esclarecer si era o no era la mujer retratada el 50 % de Robert Capa.
Schaber ha confirmado que se trataría al “al 100 %” de la fotoperiodista, asegurando que hay coincidencias físicas y adjuntando un enlace al archivo de la Guerra de Londres donde se recogía una entrevista al doctor Kiszely, en la que aseguraba haber tratado a Taro.
Por su parte, De Miguel muestra en el reportaje el listado de doctores de la 35 división de las Brigadas Internacionales que realizaban labores en El Escorial y ahí estaba de nuevo el doctor Kiszely. Además, apunta, en la imagen llevaba puesto el delantal de operación y “sería muy extraño que un médico dejara sus labores para sacarse una fotografía con una mujer si esta no era importante”.
Fernando Olmeda, en cambio, analiza en este artículo los motivos que esgrime para pensar que no es Taro la de la foto. El primero, explica, es la propia apariencia de la muerte, ya que la fotoperiodista fue aplastada por un carro de combate T-26.
Otro de sus argumentos pasa por lo confuso de la anotación del reverso, con una fecha que alude al mes anterior de su fallecimiento y a un lugar, Torrelodones, que tampoco es el preciso. De hecho, apunta, el accidente se produjo entre Brunete y Villanueva de la Cañada, y ella fue evacuada al hospital número dos de El Escorial, conocido como “hospital inglés”.
La autoría también es algo que hace dudar a Olmeda, puesto que parece ser tomada por un profesional, pero no la firma. Por último, señala, le parece poco probable que su padre no le haya dicho a John Kiszely que había atendido a Taro: “¿Nunca le dijo su padre que atendió a 'la pequeña rubia', a la pareja de Robert Capa?”.
Sea como fuere, lo cierto es que la aparición de esta imagen lo que sí ha logrado es volver a reivindicar la figura de esta fotóperiodista que durante años ha permanecido en un segundo plano, a la sombra alargadísima de un Endre Ernö Friedmann que no era Capa, sino su 50 %, como ella misma.