Unos cinco billones de colillas terminan anualmente en el medio natural. Se trata de la basura más abundante en el planeta, contra lo que podamos pensar, suponiendo el 32 % del total de los residuos que se encuentran en nuestras costas, según el informe de la Ocean Conservancy publicado en 2011.
Un filtro de cigarrillo contamina unos ocho litros de agua de mar y hasta 50 litros de agua potable, así que procesar estos residuos antes de que lleguen a contactar con océanos y ríos es fundamental.
Afortunadamente el gesto de tirar el pitillo al suelo es menos común cada día, pero por el momento una mayoría de fumadores parece no considerar que las colillas sean basura y conviene tomar medidas para evitar esa contaminación.
Los ayudantes más inteligentes
Una empresa holandesa, Crowed Cities, ha empezado a confiar en los cuervos como los mejores ayudantes para la tarea de recoger las colillas de las calles y tirarlas después en un contenedor especial a cambio, claro está, de comida.
Aunque en un principio pensaron en las palomas, por aquello de estar más que acostumbradas al medio urbano, enseguida las descartaron al comprobar que su inteligencia no estaba muy desarrollada, y fue ahí cuando entraron en escena los cuervos.
Estas aves, que habitualmente relacionamos con malos presagios y con la literatura de Poe, son unos de los animales más inteligentes del planeta. Su habilidad como solucionadores de problemas y lo fácil que resulta proporcionarles un entrenamiento los convierten en ideales para la misión.
Un contenedor especial
Así, una vez entrenados, los cuervos reconocerán las colilllas y las llevarán a un contenedor de palanca. Una vez que la arroje dentro habrá una cámara que verificará que sea ese tipo de residuo concreto y, de ser así, el pájaro recibirá una recompensa en forma de comida.
Ruben van der Vleuten y Bob Spikman son los dos cerebros detrás de este proyecto, que todavía está fase de ensayo. Además de las pruebas del invento, buscan asegurarse que no supondrá un perjuicio para la comunidad de cuervos de los lugares donde se implante.
Es decir, tendrán que probar que los productos nocivos del tabaco no afectarán al organismo de los animales y que los cuervos no cambiarían sus conductas, robando pitillos a medio fumar de las manos o mudando su dieta.
La inspiración, explican, les llegó de la mano de Joshua Klein, un norteamericano que diseñó The Crow Box, una máquina para entrenar cuervos de forma autónoma y cuya licencia es libre, porque lo que estos diseñadores holandeses la adaptaron a su idea de acabar con la basura urbana.