La mágica historia del pájaro que despertó del autismo al hijo del Nobel japonés
En la Jungla. Un pequeño con autismo, unos padres perseverantes y un jardín lleno de pájaros. La vida del Nobel japonés Kenzaburō Ōe es un maravilloso relato en sí misma.
24 enero, 2018 13:09“Si quiero enfrentar mi responsabilidad, solo tengo dos caminos: o le estrangulo con mis propias manos o lo acepto y lo crío. Lo sé desde el principio, pero no he tenido valor para aceptarlo...”. El escritor japonés Kenzaburō Ōe hablaba en tercera persona de sus propios sentimientos en su obra Una cuestión personal (1964).
El ganador del Nobel de literatura en 1994 plasmaba en ese libro la experiencia de ser el padre de Hikari Ōe, un hijo que habría de venir al mundo para morir si no fuera por la perseverancia de unos progenitores que no se rindieron al desaliento.
El tuitero @hombrerevenido ha trenzado la historia de los Ōe y de Yukari Itami, mujer de Kenzaburō y madre de Hikari, en bellas pinceladas convertidas en tuits que se han compartido casi 30.000 veces.
"Con esas orejas vas a tener que estudiar mucho para poder casarte", fue el consejo realista que Kenzaburō recibió de su propia madre.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Después, la vida le depararía 4 o 5 momentos importantes.
Dejadme que os los cuente. pic.twitter.com/GyAdwyOyRC
No deja de ser paradójico que sea Twitter quien le abra las puertas a los grandes escritores, tantas veces desconocidos para el gran público, y lo haga sin llamar, atrapándonos con una foto y tres conceptos: orejas, casarse, Kenzaburō. Estamos dentro.
El primero fue, por fuerza, el día en el que descubrió que iba a ser escritor.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Con 23 años ganó el prestigioso premio Akutagawa, por su relato "La presa".
A los 25 se casó con Yukari Itami, el amor de su vida.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
En 1963 esperaban su primer hijo. Kenzaburō tenía entonces 28 años.
Todo se complica.
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El bebé nace con una hidrocefalia severa. Hay que extirparle un bulto enorme adherido a su cráneo.
La operación es a vida o muerte. pic.twitter.com/kL7LN3yC48
El pequeño Hikari sobrevive con secuelas irreversibles: Discapacidad intelectual, ceguera parcial, epilepsia y autismo.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Por aquel entonces, Kenzaburō hace un viaje a Hiroshima, al epicentro mismo del horror.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Es la gente de allí la que acaba animándole a él, y no al revés.
El niño no habla, no se comunica, no tiene interés por nada, apenas se mueve.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Es una especie de flor preciosa (en palabras de sus padres) pic.twitter.com/QTUTaS4G0b
Yukari y Kenzaburō analizan cada gesto. Buscan algo.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Un día descubren que el niño reacciona levemente al escuchar cantar a los pájaros.
Le traen un montón de discos de trinos.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
En ellos, se escucha el sonido de un ave y una locutora dice el nombre a continuación.
El niño se entusiasma. pic.twitter.com/jtvf3ojVnt
Meses después, estando de de vacaciones, Kenzaburō sale a pasear con su hijo. pic.twitter.com/qr7no2eWzm
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
En el campo escuchan un gorjeo.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
- Rascón - dice Hikari.
Lo es. Un rallus aquaticus
Su padre no da crédito. pic.twitter.com/oLyvGnAunx
El niño ha reconocido al pájaro gracias a uno de los discos y ha tenido el deseo de decir el nombre.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Es la primera vez que se comunica de forma verbal con su padre.
Es capaz de reconocer y de imitar a cualquier pájaro. Y todos los días juega con sus padres a ese juego de adivinanzas en el que es imbatible.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Cuando descubre la música clásica vuelve a apasionarse. pic.twitter.com/hKRPzdckmW
A los 11 años empieza a recibir lecciones de piano como parte de su terapia.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Carece de coordinación física, toca con gran dificultad, sin embargo se concentra al máximo.
Kumiko, su abnegada profesora, lo desafía a improvisar.
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Le pide que apunte en una partitura lo que vaya tocando por su cuenta.
Pasa el tiempo e Hikari le trae algo escrito.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
La maestra lo toca, sonríe e imagina que es una transcripción de Mozart o Chopin.
Pero no. Es suyo. Es una composición propia.
El joven silencioso ha abierto su alma gracias a la música.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Empieza a ser un adulto capaz de expresarse y de aprender otros conceptos relacionándolos con la música. pic.twitter.com/jon0lj5WT5
El primer CD grabado por Hikari Ōe recopilaba 25 piezas cortas para piano.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Salió al mercado en 1992 y vendió 80.000 copiashttps://t.co/OgR6naNEo7 pic.twitter.com/jnBhf98Bdr
1. Sube la portada de un gran disco, no hace falta que digas por qué.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
2. Nomina a 6...
Este es el segundo disco. Si no me equivoco, vendió más todavía. pic.twitter.com/ANJnQHyPpd
Aquí, Martha Argerich y el mítico Rostropóvich interpretan un de sus piezas cortas durante un concierto en Japón.https://t.co/TsqTlzcQeQ
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
En todo ese tiempo del crecimiento de Hikari, Kenzaburō Ōe escribió y escribió. Sobre Hiroshima, sobre la pérdida y la culpa, sobre el futuro, pero sobre todo sobre su hijo. pic.twitter.com/jQpP9KN3Js
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Todo este derroche de verdad le valió un viaje en el que tuvo que vestirse de gala para estrechar la mano de un rey sueco. pic.twitter.com/kYAEDODXta
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Porque en 1994, Kenzaburō Ōe recibió el premio Nobel de literatura. pic.twitter.com/yCjrEZL1WH
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Su hijo le observaba tímido entre el público pic.twitter.com/SPRf9JWIY8
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Cuatro años más tarde inmortaliza su historia en este libro.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
En el que también brillan las acuarelas de su mujer, Yukari. pic.twitter.com/ObxF3v2wvk
Y dentro de su sus vidas excepcionales, su mayor triunfo es que han alcanzado una compenetración y una complicidad maravillosa. pic.twitter.com/GWG4hOUdT4
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Y hoy en día, el jardín de la familia está repleto de casitas y comederos para pájaros.
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Su canto es el recuerdo de aquel enorme descubrimiento.
Porque todos, seamos como seamos, INCLUSO LOS TUITEROS, tenemos capacidades por descubrir, no siempre a la vista, a las que consagrarnos. pic.twitter.com/sgIkOdMFnz
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Hasta Kenzaburō Ōe consiguió casarse, a pesar de lo que se temía su madre. pic.twitter.com/qp817BcjWX
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Y acabo con este haiku de Borges:
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Lejos un trino.
El ruiseñor no sabe
que te consuela.
FIN pic.twitter.com/SfL42nBIuE
Esta nueva forma de narración está descubriendo las grandes historias que estaban dormidas en los libros que no leímos o en las voces de las personas a las que todavía no hemos escuchado.
El tuitero ha querido explicar que se trata de un relato que conoció gracias a Sergio Bernués (@sbernues):
(Post Data:
— Hombre Revenido (@hombrerevenido) 22 de enero de 2018
Conozco la historia porque se la escuché hace poco a @sbernues
Su pasión al contarla fue muy inspiradora.
El efecto de una buena historia suele ser ese, salir corriendo a contarla.)
Muchas gracias por la mención. Es una historia maravillosa sobre la vida y la influencia de los otros en nuestro camino. Además la certificación de que creer es poder.
— Sergio Bernués Coré (@sbernues) 22 de enero de 2018
Y el propio Bernués, acudiendo a la llamada, ha querido aportar algún matiz a la mágica historia:
Una matización @hombrerevenido. Una de las claves de la historia es Yukari Itami, la madre de Hikari, que dijo que se suicidaría si se dejaba morir a su hijo. Kenzaburo cambia de idea cuando vuelve de Hiroshima...
— Sergio Bernués Coré (@sbernues) 23 de enero de 2018
...después de observar la resiliencia y la perseverancia de los médicos que trataban a las víctimas de la radiación. Algunos de ellos presentaban los mismos síntomas que sus pacienteshttps://t.co/5b1aH0OTS6 @hombrerevenido
— Sergio Bernués Coré (@sbernues) 23 de enero de 2018
"Después de casarme, el primer hijo que tuvimos era mentalmente discapacitado. Lo llamamos Hikari, que significa Luz en japonés. Como un bebé, solo respondió a los chirridos de las aves silvestres y nunca a las voces humanas". Así resumió la mágica historia Kenzaburō Ōe en el discurso que pronunció al recoger el Nobel.