Según el último estudio de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) el 90 % de los 2.000 profesores entrevistados afirma haber sido testigo de algún tipo de violencia en su centro escolar. Lo más habitual es que se sucedan las peleas, los insultos y las vejaciones, así como los destrozos de material o las amenazas, tanto de los propios alumnos como de sus familias.
No es nueva, por lo tanto, esta situación que se vive en las aulas de nuestro país y a la que los docentes se enfrentan a diario con muy pocos recursos a su alcance. Esto es lo que ha venido a denunciar el pasado lunes Fran Amroth, un profesor de Inglés que imparte clases en el instituto Torre del Tajo de Barbate, Cádiz.
A través de su cuenta de Facebook ha querido hacer una reflexión que en estos momentos ya ha sido compartida más de 17.000 veces. Acompañando a su texto de denuncia aparece una foto de su mano contusionada. Él asegura que “no hay nada grave”, pero explica que se ha lesionado en su puesto de trabajo y entonces “la importancia cambia”.
“Un drama bastante habitual”
“Soy docente y esta lesión me la ha causado un alumno”, continúa Amroth, ahondando en que “no había intencionalidad, pero eso no exime que me haya lesionado”. Explica que ocurrió cuando tuvo que agarrar a un alumno de 12 años que iba a agredirle a otro.
“Una compañera ha tenido que cerrar con llave la puerta de su clase para que este chico no entrara a agredir a su compañero”, relata, "y ha tenido que venir otro compañero de otra clase en mi ayuda mientras mis dos compañeras de guardia intentaban mantener el control de decenas de alumnos en el pasillo... Un drama. Un drama bastante habitual”.
“El silencio cómplice de los políticos”
Amroth repara también en la respuesta más habitual que aportan las familias de los agresores, incidiendo en que “tenemos que soportar cómo viene su madre y tirando de ironía nos ataca y veladamente amenaza si no imponemos el mismo castigo a ambos alumnos, como si fuera ella la que está al cargo del centro y supiera más que profesionales con años de experiencia”.
“Es patético tener que soportar estas humillaciones con el silencio cómplice de políticos, familias y opinión pública”, critica el profesor. Apunta además que “esto que aquí comento es un dato más de los miles que hay sobre agresiones, indisciplina y falta de apoyo familiar e institucional que los docentes sufrimos a diario”.
“Me encanta mi trabajo”
Con todo, Fran Amroth reconoce que es un apasionado de su trabajo, “que este texto no lleve a nadie a engaño”, advierte, “me considero un afortunado por ser docente. Tengo el respeto y el cariño de la mayoría de mi alumnado”.
Pero, explica, que el objetivo de su escrito es que estos datos salgan a la luz “aunque solo sea para que lo lean algunos de mis contactos” porque “la violencia se está normalizando y si no contamos con el apoyo necesario seguiremos estando solos en una batalla que, de primeras, perderemos los profesionales de la educación, pero que más tarde puede llegar a perder toda la sociedad”, concluye.