Todos conocemos la historia de Laika, la perra callejera de Moscú que la Unión Soviética decidió mandar al espacio en 1957 para no volver nunca y ostentar el dudoso honor de ser el primer animal que se puso en órbita. Lo que no sabíamos hasta la pasada semana, cuando la Academia de Ciencias de China filtró los informes, es que el gigante asiático había intentado lo mismo con dos perros nueve años más tarde.
Se llamaban Little Leopard y Shan Shan. Ambos eran mestizos, de pequeño tamaño y fueron seleccionados entre más de un centenar de cachorros por ser “lindos, duros, inteligentes y valientes”, explica este medio chino. Así que los dos probaron suerte como astronautas en una base militar secreta con el objetivo de recopilar datos biológicos para el programa espacial.
Lo sorprendente es que los dos corrieron mejor suerte que su colega rusa y sobrevivieron a sendos lanzamientos. Ambas misiones estuvieron plagadas de problemas y sus cohetes nunca llegaron a alcanzar la órbita, de modo que los perros regresaron a tierra sanos y salvos.
El vértigo, su peor enemigo
La Academia de Ciencias del país ha desclasificado los informes en sus redes sociales para celebrar el inicio del Año del Perro y “conmemorar su legendario viaje al cielo”. En los documentos se explica que fue Little Leopard el primero en cumplir con su forzoso deber el 15 de julio de 1966. Acudía a la base con su cuidadora, pero los científicos no habían constatado la primera de las dificultades: el perro tenía miedo a las alturas.
Así que cuando tuvo que subir a la plaforma, que medía como un edificio de 20 pisos, el animal empezó a asustarse y la mujer tuvo que emplear un largo rato en tranquilizarlo. Una vez calmado, los técnicos lo introdujeron en la cápsula espacial, que estaba repleta de equipos de monitoreo para controlar sus constantes vitales.
El T-7A, un cohete que se había utilizado ya para transportar equipos al borde de la atmósfera, despegó con Little Leopard en su interior, pero a 20 kilómetros de alcanzar su objetivo la cápsula fue expulsada y el perro aterrizó en paracaídas en una montaña cercana, de donde fue rescatado.
Recibidos con honores
Shan Shan pasó por lo mismo dos semanas más tarde, pero su viaje fue peor, según los informes. Las ondas generadas por el motor del cohete destrozaron el equipo de monitoreo antes de llegar a la órbita terrestre y la perra llegó de regreso a casa antes de lo previsto.
Los dos perros visitaron después Beijing para que altos funcionarios del gobierno les otorgasen premios honoríficos. Después de su hazaña nada se supo de los canes, puesto que la Revolución Cultural comenzó ese mismo año a sembrar el caos en el país y suponemos que tenían cosas "más importantes" entre manos.