'Y nos dieron las 10' es posiblemente una de las canciones más icónicas de Joaquín Sabina, hasta tal punto que el estribillo "y nos dieron las diez y las once, las doce y la una, y las dos y las tres" se ha convertido en parte del lenguaje popular, recordándola cada vez que algo se alarga más de la cuenta.
Resumiendo la historia que cuenta, tras un concierto, el protagonista solo encuentra un bar abierto en un pueblo con bar, y tras unos cubatas se acaba enrollando con la camarera y tras un año sin saber de ella -la canción es de 1992, no había ni Facebook ni móviles por aquella época, cuenta la leyenda-, cuando vuelve al pueblo se encuentra una sucursal bancaria en vez que apedrea en un ataque de ira, adelantándose 16 años a la crisis financiera. Y luego dirán que Sabina no era un visionario.
Pero nada acaba entero cuando pasa por el procesado del cerebro del cineasta Nacho Vigalondo. Como buen guionista, al escuchar la canción se paró a analizar a ver si los tiempos que se planteaban en la canción tenían algún tipo de sentido.
¿La conclusión? Que Sabina quería ser fanfarrón, diciendo que había estado horas y horas dale que te pego con la camarera, pero tal vez no tanto como llevábamos pensando todos estos años:
Sí, el Starbucks cierra a las 10, pero no sería el local con más glamour para empezar una historia de amor. Pero oye, qué café. Y qué precio.