Los ciclistas y motoristas con esa caja a sus espaldas de empresas como Glovo o Deliveroo se han convertido en un elemento habitual de las grandes ciudades, como los taxis o los semáforos estropeados. Allá donde mires verás a un muchacho con la caja amarilla de Glovo o a una joven ciclista llevando comida china en la verde de Deliveroo. Decían que la tecnología nos hará libres, pero lo cierto es que solo nos ha hecho vagos.
Antes llegabas a casa y te tocaba ir al supermercado, ahora sacas del móvil y haces un pedido a Amazon Prime. Te tocaba cocinar, ahora encargas unos tacos por Deliveroo. Te tocaba ir a por tabaco, pero ahora la vida te permite ahorrar esas preciosas calorías que tanto esfuerzo te ha costado ganar y en vez de caminar dos manzanas un glover -porque hoy en día lo de repartidor suena muy a caraanchoa- vaya por ti. Qué gran momento para estar vivo.
Pau Rodilla ha querido reflexionar sobre esta nueva civilización que se está levantando sobre los pedales de estos repartidores en su corto "¡Hola, buenas noches!" que ha presentado al concurso Notodofilmfest, que año tras año nos ofrece algunas perlas en formato de cortometraje.
"El nuevo lujo del mileurista es que otro trabajador que cobra menos que tú haga el trabajo que no te apetece hacer", posiblemente la mejor descripción de este nuevo fenómeno:
El corto está rodado en las calles de valencia de forma tan simple como efectiva. En los últimos meses se ha avivado la polémica sobre las precarias condiciones en las que trabajan estos repartidores, que ha acabado incluso en una huelga de Deliveroo, una precariedad que ha quedado en evidencia en las últimas semanas durante los temporales de nieve, que han hecho que sean los propios repartidores quienes se han tenido que hacer cargo de los desperfectos de sus vehículos.