Los que somos miopes y olvidadizos sabemos entornar los ojos a la perfección con la esperanza de poder ver algo más que siluetas en la distancia si no tenemos nuestras gafas o lentillas a mano. Un gesto tan ridículo como cotidiano que, gracias a este pintor sudafricano, podréis tener la oportunidad de emplear al ver sus cuadros aunque no tengáis dioptrías.
Philip Barlow empezó por los murales antes de optar por deslizar sus pinceles empapados de óleo sobre el lienzo en blanco. Una primera pasada visual por su obra nos podría hacer pensar que se trata de fotografías desenfocadas con el propósito de difuminar los contornos y los tonos para devolvernos una imagen artística. Nada más lejos (y más cerca) de la realidad.
El artista, nacido en Pietermaritzburg en 1968, retrata paisajes urbanos y momentos cotidianos, aquellos que nos podemos encontrar a decenas cuando paseamos por las calles. Pero su mirada, lejos de transmitirnos monotonía, funde los elementos entre sí para que parezcan una amalgama de luces y sombras coloridas que cobran un nuevo sentido. Su obra es como un paseo por la ciudad en un día claro cuando te has olvidado las gafas en casa.
"Mi descripción pictórica del paisaje 'visible' es la de mero vehículo a través del que me oriento a un retrato distinto de la naturaleza", explica Barlow en su web, donde pueden verse sus colecciones. "Son paisajes menos corrientes, donde la frontera entre el mundo físico y el espiritual se elimina. Sin embargo, mis dibujos no pretenden ser de naturaleza surrealista. Espero que al espectador le parezcan curiosamente familiares y convincentemente reales".