El nacimiento de una secta, relatado en primera persona
En la Jungla. Un tuitero ha querido explicar cómo se vio envuelto en el nacimiento de una secta, lo que vivió dentro y cómo sufrió cuando decidió salir.
7 mayo, 2018 14:15Visto desde fuera es fácil pensar que nunca nos dejaremos absorber por una secta. Que nosotros sabemos darnos cuenta de cuándo nos están intentando comer el coco. Todo es fácil desde nuestro sofá y con nuestras opiniones de 140 caracteres. Sin embargo, cuando estás envuelto en determinados ambientes, darte cuenta de lo que está ocurriendo puede no ser tan sencillo.
Es similar a la metáfora de la rana y el agua hirviendo: si tiras una rana a una olla hirviendo, esta se quemará y huirá de un salto; pero si la pones en agua templada y comienzas a hervir el agua, no lo notará y acabará hirviéndose.
Jorge Naranjo tuvo la mala suerte de encontrarse en el ambiente equivocado en el momento equivocado de su vida. A raíz del éxito de Wild Wild Country de Netflix -una serie documental que narra el nacimiento de una secta en el estado americano de Oregón, ha querido explicar como vivió en primera persona el nacimiento de una y cómo se vio envuelto y atrapado en ella, y cómo sufrió para lograr salir:
Ahora que todos hemos flipado con #WildWildCountry, dejadme que os cuente una experiencia personal. Durante años, asistí en primera persona al nacimiento de lo que hoy podría llamarse una "secta". Hasta hoy, solo mi familia y mis amigos sabían esto. Con bastante pudor, abro hilo.
— Jorge Naranjo (@nanafilms) 6 de mayo de 2018
Hace 14 años, empecé a tratarme con un homeópata. Mis padres son médicos "normales", así que implicaba algo de rebeldía. Además, me lo recomendó mi novia de entonces, a la que amaba locamente, así que no podía fallar. Desde que lo conocí, sentí que ese encuentro me salvó la vida.
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Este médico (aún en activo) decía practicar la "homeopatía chamánica". No solo recetaba el medicamento, sino que también mandaba ejercicios prácticos para ponerte al límite. En aquella época, mi pareja y yo flipábamos con Jodorowsky, así que pensé que nos había tocado la lotería.
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Los primeros años fueron los mejores. Me sentía un privilegiado por tener un médico tan especial. Todos los problemas los resolvía con él. El inconveniente es que los abordaba de una forma que me acabaría trayendo más enemigos que amigos, algo de lo que me daría cuenta más tarde.
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En resumen, se convirtió en una especie de padre espiritual, un gurú. El gran salto llegaría años más tarde, en 2011. Esa Navidad, nos propuso a varios de sus pacientes más fieles formar un grupo para enseñarnos chamanismo, un camino para ser libres que nos convirtió en esclavos.
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Los primeros encuentros eran gratis. O al menos, nadie pidió dinero. Hacíamos juegos teatrales, encuentros con la naturaleza y el instinto. Íbamos a la playa, lo pasábamos bien. Un año después, nos dijo que todos le debíamos 900 euros por eso, o llevarle un paciente nuevo al mes.
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Pronto, empezó a haber voces discordantes. Muchos criticaban el chantaje, pero eran silenciados por el homeópata y el grupo. Otros se planteaban cuándo acabaría todo eso. Si dudabas, te decía que fuera te esperaba el infierno, sobre todo, porque toda tu salud estaba en sus manos.
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Durante años, este homeópata nos había educado contra las farmacéuticas, los hospitales, los psicólogos... Es decir, todo lo que no fueran sus propias ideas. Además, pregonaba la no vacunación. Y, por supuesto, controlarlo TODO. Dejarlo implicaba enfermar y no tener ningún apoyo.
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Con el paso de los años, el grupo se radicalizó. Empezamos a controlarnos los unos a los otros con llamadas diarias, averiguando quién hacía (y quién no) los ejercicios que nos habían mandado, "hazañas" que nos cubrían todo el día y nos dejaban agotados para cualquier otra labor.
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Evidentemente, nuestras capacidades creativas y profesionales se veían mermadas. El grupo absorbía casi toda nuestra energía. Hubo meses que nos teníamos que despertar muchas noches a las 3 AM, lo que nos ocasionaba alteraciones en el sueño, cambios de humor y agotamiento físico.
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Y luego estaba el dinero. Por solo pertenecer al grupo, las consultas llegaron a costar 300 euros (en billetes de 100), más los 50 euros de cada encuentro, más clases de inglés obligatorias que impartían sus hijos, a los que también se les pagaba. En total, unos 400 euros al mes.
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No importaba saber inglés. Había que recibir esas clases. El médico dijo que todo el grupo debía dominar el idioma para, en el futuro, llevar sus valiosas enseñanzas a otros países y cambiar el mundo. Y de paso, claro, darle un buen un sueldo a sus hijos, aunque esto no lo decía.
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Poco a poco, el dinero (y el sexo) se convirtieron en el motor del grupo. Se pregonaba el amor libre, tener amantes (se quisiera o no), aunque esto pudiera destrozar parejas y familias. Entre los miembros, no podían darse relaciones sexuales, exceptuando -adivinen- con el médico.
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Y como castigo, la violencia. Pronto, empezaron las bofetadas y los abusos físicos para acallar desobediencias y críticas. Durante un encuentro, uno de los miembros del grupo llegó a recibir hasta 50 bofetadas seguidas. Aquello le cambió su mirada para siempre. Nunca se recuperó.
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ACLARACIÓN: El médico nunca golpeaba. Sólo daba órdenes. El grado de psicopatía llegaba hasta tal punto que, si un paciente (hombre o mujer) no golpeaba al otro con energía, un tercero le abofeteaba con toda su fuerza para que aprendiera y arremetiera con rabia contra el segundo.
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Por otro lado, cada vez era más complicado salir. Se acosaba hasta la saciedad a los exiliados, hasta tal punto que hubo un miembro que logró dejar el grupo, pero no se le dejó de perseguir hasta que pagó 6.000 euros al médico, según éste, porque ese era el precio de su libertad.
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Aquello fue un antes y un después. Hacía mucho tiempo que desconfiaba de lo que estaba pasando y veía a gente arruinar sus vidas (no solo en lo económico) por seguir las indicaciones del médico. No podía más. Pero no era fácil salir de allí. Hacía falta mucho valor. O un milagro.
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Hace casi tres años, murió mi padre. El encuentro con amigos y familiares en el tanatorio me despertó a un mundo del que fui sustraído. Estaba cansado de las obligaciones del grupo, y no era feliz, pero aún no sabía por qué. Aun así, saqué fuerzas para dejarlo. Pero no fue fácil.
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El médico también puso precio a mi libertad. En este caso, subió a 8.000 euros. Yo sabía que no le debía nada (de hecho, aquellos primeros 900 sí se los pagué, tonto de mí) y, sobre todo, que pagarle era sentar base y encarcelar al resto. Así que me negué. El acoso duraría meses.
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Durante medio año, usé el teléfono de mi padre y bloqueé el otro. Me costó tiempo atreverme a recuperar mi número de siempre y desbloquearles, sabiendo que podrían llamarme en cualquier momento, pero dejé de tener miedo. Mis amigos y la terapia fueron fundamentales para lograrlo.
— Jorge Naranjo (@nanafilms) 6 de mayo de 2018
En el camino, ha pasado de todo. He aprendido cosas, pero también he perdido parejas, amigos, trabajos, y se han deteriorado relaciones. Durante años, tuve una personalidad disociada, y eso generaba conflictos. Por suerte, no todo está roto, y poco a poco he reconstruido mi vida.
— Jorge Naranjo (@nanafilms) 6 de mayo de 2018
Cuento todo esto para liberarme y por si le sirve a alguien. Sé que ese médico sigue en activo, y el grupo en funcionamiento, aunque me consta que después de mi salida hubo más gente que lo dejó. Llevo mucho tiempo investigando este tema, y solo en España hay miles de sectas así.
— Jorge Naranjo (@nanafilms) 6 de mayo de 2018
Lo que cuenta #WildWildCountry es una realidad mayúscula, pero hay otras realidades minúsculas que no vemos y que están ahí. En ese sentido, ando escribiendo con mi querido @Jlaceytuno una serie que cuenta la experiencia. Esperemos que algún día vea la luz y pueda ayudar a otros.
— Jorge Naranjo (@nanafilms) 6 de mayo de 2018
Gracias por leerlo.
— Jorge Naranjo (@nanafilms) 6 de mayo de 2018
Si os interesa, tenéis más información en: https://t.co/UXNYbAtr9R
Y en @NetflixES están #Rebirth #Deprogrammed #HolyHell o #GoingClear (sobre la Cienciología) que abordan el tema desde otros puntos de vista muy interesantes.
Besos. Y tengan cuidado ahí fuera.