Que hablen de ti aunque sea mal. Esta parece haber sido la consigna de los artistas eurovisivos que vamos a repasar a continuación. Algunos no han conseguido ni un solo punto en el certamen, otros se han subido al escenario con estilismos nefastos y algunos han desafinado como si no hubiera un mañana.
No es de extrañar que muchos músicos consagrados de este país hayan huido de Eurovisión como de la peste. La sombra del gafe planea sobre España en el concurso y, si nos pusiéramos a elucubrar, podríamos pensar que en el fondo hay una especie de conjuro colectivo que pide a gritos que algo vaya mal. Que el ridículo patrio no te estropee unos buenos memes.
Con Amaia y Alfred a punto de hacer historia (veremos si para bien o para mal) el próximo sábado, repasamos las peores actuaciones de nuestro país en Eurovisión. Tápense los oídos.
En los últimos puestos
Si preguntas cuál fue el ridículo más estrepitoso de España en la historia reciente saldrá el nombre de la pobre Remedios Amaya. Decimos pobre porque realmente ella era una artistaza, pero ni la canción (de la que se dijo que era demasiado étnica) ni el atuendo (descalza sobre el escenario) ayudaron al resultado final: cero puntos y última en 1983.
Pero antes que ella ya hubo casillero en blanco para nuestro país con Víctor Balaguer (1962) y Conchita Bautista (1965). Estas tres actuaciones son las únicas que no han recibido puntos en la historia de la participación española en el certamen.
Pero mucho mejor tampoco le fue a Lydia Rodríguez, última en 1999; Son de Sol, puesto 21 de 24 en 2005; Las Ketchup, 21 de 24 en 2006; D'Nash, 20 de 24 en 2007; Soraya Arnelas, 23 de 25 en 2009; Lucía Pérez, 23 de 24 en 2011; El sueño de Morfeo, 25 de 26 en 2013, o Manel Navarro en la última posición el pasado año.
¿Quién te ha vestido así?
Otro de los grandes filones en el concurso es el estilismo. Ya hablamos de Remedios Amaya, pero ha habido otros que tampoco se han quedado atrás con sus modelitos y lo han pagado después en la tabla de puntuaciones.
Quizás el caso más recordado es el de Lydia Rodríguez y su vestido de Ágatha Ruiz de la Prada. Nadie entendía nada. Nadie escuchaba su No quiero escuchar porque solo teníamos sentidos para su look arcoiris.
"Enséñame a cantar"
Es cierto que la afinación no suele ser uno de los grandes problemas para que cuajen las canciones españolas en Eurovisión, pero ha habido casos de vergüenza ajena (y no, no estamos hablando todavía de Rodolfo Chikilicuatre). Son de Sol, Las Ketchup y, por supuesto, Manel Navarro, conforman nuestro Top 3 del gallo millennial.
La chulería española
Uno de los momentos más random de nuestro paso por Eurovisión y que está injustamente olvidado es el que ocurría en el año 1982. Ese año mandamos a Lucía a interpretar la canción Él. El concurso se celebraba en Londres y recordemos que Inglaterra estaba inmersa en el conflicto de las Malvinas con Argentina. Pues bien, con un par, el tema de España era un tango. Así, para caer bien de primeras.
Mirad si vamos de sobrados que cuando Madrid acogió el festival en 1969 y estábamos empatados fuimos los últimos en emitir los votos y se los dimos a nuestros contrincantes, así que tuvimos que repartirnos el botín con Reino Unido, Holanda y Francia ante el desconcierto de Laura Valenzuela, que no sabía qué hacer.
Mención muy especial a la chulería castiza de Azúcar Moreno y sus míticos Ojos Bandidos -sí, sabemos que estás visualizando el sketch de Martes y Trece, nosotros también-. Las hermanas salieron al escenario y cuando iban a empezar a cantar se dieron cuenta de que algo fallaba en el playback. Entre caras de confusión se retiraron y volvieron después a entrar para darlo todo con su bailecito y llegar al quinto puesto.
Pero la chulería patria no queda ahí, no. Y aquí viene otro de los rasgos españoles por excelencia: el auto boicot. "Al suelo que vienen los nuestros" y todo lo demás. Así, por ejemplo, recordamos al Chikilicuatre que surgió del programa de Buenafuente o al mismísimo John Cobra optando por ir a Eurovisión con el apoyo de Forocoches.
No podemos olvidarnos en este punto de Jimmy Jump, que en 2010 irrumpió en mitad de la actuación de Daniel Diges y consiguió que el español fuese el único cantante de la historia del certamen que actuó dos veces sin haber ganado.
Amaia y Alfred tienen para elegir qué tipo de ridículo quieren hacer en Eurovisión para pasar a la historia, aunque preferiríamos que fiaran la posteridad a un buen puesto, a lo Rosa de España, la mujer que volvió a reconciliar a este país con este friki concurso que tantos momentazos nos da.
Que el espíritu de Rosa os acompañe.