Adriano Olivetti se hizo cargo de la gerencia de la fábrica de máquinas de escribir de su padre cuando tenía 32 años y consiguió que se convirtiera en un fenómeno global, en algo más que una empresa, con una imagen reconocible en todo el mundo que estaba en constante movimiento, innovando y experimentando desde su sede en Ivrea, al pie de los Alpes.
Pero más allá de su producto estrella, Olivetti se caracterizó por invertir en la calidad de vida de sus trabajadores y por la recuperación de una visión humanista del mundo. Mario (@mario_jsg) ha querido contar esta peculiar historia en un hilo de Twitter que ya cuenta con más de 1.600 retuits. En ella destaca los puntos comunes entre la marca italiana y Apple.
Aunque Mario ha puesto el foco especialmente en la importancia de la arquitectura, la belleza y la operatividad de las sedes que fundó la empresa en todo el mundo. Auténticas joyas que no pasan desapercibidas en las ciudades en las que están: