La emotiva historia de la niña que no sabía reír
En La Jungla. Un pediatra ha relatado en Twitter la historia de una pequeña enferma desde que nació que acabó por darles una lección increíble a todo el equipo médico.
7 agosto, 2018 20:19Lamentablemente no todas las historias protagonizadas por niños que se viven entre las paredes de un hospital tienen finales felices. Pero vamos a adelantaros que esta sí, que todo acaba a carcajadas. Si acaso, con alguna lágrima, pero de felicidad.
La ha relatado Alberto García Salido, que además de pediatra es escritor, en su cuenta de Twitter (@Nopanaden) y está conmoviendo a todas aquellas personas que la leen. Más de 1.200 le han dado a me gusta a su hilo a la hora a la que publicamos este artículo.
Su protagonista, una pequeña de 13 meses enferma casi desde que nació, nunca sonreía. Sus padres se preguntaban por qué no lo hacía. Por qué ese gesto tan cotidiano en los niños no se reproducía en ella. Pero la solución al misterio iba a resolverse pronto:
Sé de una niña que no se reía.
— Alberto García Salido (@Nopanaden) 7 de agosto de 2018
Trece meses.
Diagnosticada con 3.
Enferma desde que apenas era consciente de tener dos manos.
Tras poner nombre a su enfermedad comenzó un tratamiento que la llevó de inmunosupresión a inmunosupresión con pequeños periodos de descanso.
Ella entre las paredes del hospital, dueña de su vida ajena. Neurodesarrollo entre batas y pijamas blancas. Rodeada de extraños detrás de una mascarilla.
— Alberto García Salido (@Nopanaden) 7 de agosto de 2018
- Neutropénica.
- Lávate las manos al entrar.
Sus padres nos preguntaban preocupados.
- No sonríe, ¿no sabrá?
- ¿Cómo va a sonreír? - decíamos.
— Alberto García Salido (@Nopanaden) 7 de agosto de 2018
Poníamos en ella respuestas de adulto.
- Estará triste.
- Lo entiende todo.
- Ya irá cambiando.
Y así se hacia habitante de nuestro pasillos. Todos conocidos de una niña que en sus balbuceos nos quería decir algo.
Pasaron meses. Tratamiento que cura, tratamiento que cambia.
— Alberto García Salido (@Nopanaden) 7 de agosto de 2018
Y llegó al año de vida haciendo fiesta entre medicamentos de nombre demasiado largos.
Sus padres, resiliencia, preguntaban menos.
Ella, tranquila, nos observaba.
Nosotros, tras el cristal y la mascarilla, mirábamos.
Un día, cualquiera, puede que incluso hoy, la inmunosupresión desapareció. Había leucocitos dispuestos a hacer su trabajo. Allí, en el resultado de su hemograma, habitaba ya un argumento para abandonar la burbuja.
— Alberto García Salido (@Nopanaden) 7 de agosto de 2018
Para ser una niña.
Para jugar a vivir un rato.
Y se le dijo a los padres.
— Alberto García Salido (@Nopanaden) 7 de agosto de 2018
Y se soltaron cuatro palabras.
- No hace falta mascarilla.
Y entraron al fin en un habitación sin límites hasta ella.
El vacío se iluminó con una carcajada de estreno .
- ¡¡Se ríe, está riendo!! - dijo la madre.
Las enfermeras y los médicos acompañaron aquellos gritos.
— Alberto García Salido (@Nopanaden) 7 de agosto de 2018
Miraron esos ojos casi nuevos y esos ojos una sonrisa les devolvieron.
Y rieron.
Risas impares.
Nuevas.
Tremendas.
Manantial en oídos sedientos.
La niña, sentada en el centro de la cama, sonreía a todo aquel que miraba.
— Alberto García Salido (@Nopanaden) 7 de agosto de 2018
- ¿Cómo es posible? - decíamos.
Ella dando una lección sin decir nada.
Jugando con una mascarilla que agitaba para tirar una y otra vez al suelo.
Y entonces entiendes.
Ella no sonreía porque detrás de aquella frontera, la mascarilla, el aislamiento, no había visto apenas ese gesto en otros.
— Alberto García Salido (@Nopanaden) 7 de agosto de 2018
Voces y ojos, nada de sonrisas de las que hacerse espejo.
No dos dimos cuenta.
Se nos ha quedado hecho recuerdo.
Desde aquel día sonreímos desde lejos. Al otro lado del cristal no hay inmunosupresión que contraindique este gesto. Porque ella supo siempre sonreír y somos nosotros los que fuimos capaces de saber, que para ella, era necesaria una forma distinta de hacerlo.
— Alberto García Salido (@Nopanaden) 7 de agosto de 2018
Esta es una historia real.
— Alberto García Salido (@Nopanaden) 7 de agosto de 2018
Para los niños más pequeños la imitación imprime, moldea y participa en el neurodesarrollo. La sonrisa social forma parte íntima de esto. Habla de contacto e interpretación de los que tiene cerca.
Sonrían a sus bebés... y que ellos siempre puedan verlo pic.twitter.com/tEbWX5rEBg