Los abuelos son criaturas adorables, y pocas cosas son más venerables que un anciano comportándose como una persona joven. Y es normal, nos hace creer que el tiempo no pasa si no queremos que pase. Por algo uno de los vídeos más míticos, de los primeros en viralizarse por Internet, es el del abuelo bailón que, invadido por el ritmo, tira las muletas y se arranca a bailar.
Vídeos como este nos hacen soñar con que la edad no hará mella en nosotros y que podremos seguir dándolo todo hasta que el de la guadaña tenga a bien hacernos una visita y decirnos eso de 'game over'. Game over, pero que me quiten lo bailao. Quizá por eso la noticia de dos ancianos que se escaparon de la residencia para ir a un festival de heavy metal se viralizó a ritmo de riff de guitarra. Sin embargo, ha resultado que la historia no es real, o como mínimo la forma en la que se narró es altamente inexacta.
Según trascendió, dos ancianos habían huido de su residencia para acudir al Wacken Open Air, un festival que se celebra desde hace 29 años en Wacken, al norte de Alemania, al sur en la frontera con Dinamarca. Según se explicaba, tras denunciar la residencia la sus desapariciones, la policía los encontró en la fiesta y se mostraron reacios a abandonarla.
Incluso desde la cuenta oficial del festival se hicieron eco de la noticia:
Eran dos hombres con problemas mentales
La realidad, sin embargo, es otra. Tal y como ha corregido la policía a NDR, la confusión viene a partir de un informe policial en el que se explicaba que habían encontrado a dos personas, confusas y desorientadas, en la ciudad de Wacken y que hubo una discusión cuando las intentaron meter en un taxi para que volvieran a la residencia.
Esto fue suficiente para que la bola de nieve convirtiera a estas dos personas en ancianos que no querían abandonar el festival. Lo cierto es que eran dos hombres de 58 y 59 años cuyo cuidado está a cargo de una residencia.
Sobre las 10 de la noche, la residencia avisó a la policía, que los encontró en una parada de autobús -habían perdido el de vuelta a casa- en las inmediaciones del festival, pero fuera del recinto y sin intención alguna de entrar. Entonces se les condujo al interior del recinto del festival para facilitarles atención sanitaria, y más tarde, sobre las seis de la madrugada, se les metió en un taxi para que volvieran a casa. Antes tuvieron una discusión porque los dos hombres querían coger el autobús.
Pero no, no tenían ningún interés en seguir escuchando a Judas Priest.