Uno de los mantras más repetidos del procesismo es la contraposición de una España atrasada, antigua, casposa, feudal y católica frente a una Cataluña moderna, fresca, tecnológica y democrática. Al escucharlos un rato, uno puede acabar pensando que en Barcelona los coches vuelan a lo Regreso al Futuro y en España todavía tiran de carromatos motorizados por burros.
Es la España monárquica frente a la Cataluña republicana. Dijo Artur Mas que querían ser la Dinamarca del Mediterráneo, aunque tal vez se les olvidó decir que Dinamarca es una monarquía -como, por cierto, también lo es Canadá, otro ejemplo muy repetido por el independentismo a santo de los referéndums de Quebec-.
La paradoja viene cuando buena parte del apoyo al independentismo viene de las regiones interiores de Cataluña y no tanto de la moderna Barcelona. Eso causa que cuando Quim Torra y los suyos tienen quieren darse baños de masas tienen que ir a lugares donde las imágenes casi serían más propias de la llamada España profunda.
Y, ojo, que no hay ningún problema con celebrar actos tradicionales. Pero el problema es cuando alguien decide medirte con tu propia vara:
Y es que, visto lo visto, uno no puede evitar pensar que a Quim Torra se le hace el culo gaseosa cuando ve una coronita:
Aunque es cierto que hay algunos indepes que viven en el 3018:
Tienen hasta un Espartaco cyber-punk salido de los extras de Mad Max: