Hace años que tenemos asumido que las formas de encontrar pareja han cambiado. La proliferación de agencias, páginas webs o aplicaciones para descubrir a nuestra media naranja así lo demuestran. ¿Pero qué pasa si ni siquiera esto nos funciona? Quizás entonces podríamos interponer una demanda y hacernos con unos cuantos eurillos.

Esto es lo que ha pensado Tereza Burki, una divorciada británica de 47 con tres hijos que contrató los servicios de la agencia Seventhy Thirty en 2013. La mujer desembolsó entonces 14.063,48 euros para encontrar al "hombre de mis sueños, al padre de mi próximo hijo", recoge el Daily Mail. 

Sin embargo, sus expectativas se truncaron y ahora un Tribunal acaba de darle la razón en su reclamación contra la agencia, que tendrá que reembolsarle el importe e indemnizarla con 560 euros más, tal y como ha establecido el juez Richard Parkes. El magistrado consideró que la agencia mintió acerca de la exclusividad de sus usuarios.

Y es que Burki no buscaba a cualquier hombre, sino a uno "adinerado". Según el propio juez, los requisitos que pedía "no eran nada modestos". Ella quería un "gentleman sofisticado" con "estilo de vida de rico", "dispuesto a viajar" y que trabajase en finanzas. 

Pocos hombres activos

"Este caso trata de una mujer en busca de la felicidad romántica que asegura que la engañaron para que buscara en el lugar equivocado, pagando para ello una gran suma a una agencia de citas que, según ella, hizo promesas pero no logró cumplir", reza la sentencia.

La defensa de la agencia se basaba en que había muchos hombres en su listado que cumplían con estas cualidades, pero los peritos demostraron que no era cierto, sino que "solo había unos cien hombres activos" en su red. 

Eso sí, el juez Parkes también ha inclinado la balanza hacia el otro lado, obligando a Burki a pagar 5.578 euros a la agencia por difamarla al calificarla de "estafa" en un artículo que escribió online. Así que a la mujer sigue sin salirle a cuenta eso de encontrar al hombre de sus sueños. ¿Se habrá planteado que, quizás, no exista?