Fue alrededor del 2.500 a. C. cuando aparecieron los primeros mapas o, por lo menos, lo más parecido a lo que ha derivado en nuestra cartografía actual. Las primeras representaciones halladas fueron unas tablillas de barro de origen babilónico que recogían los trazos de los valles del río Éufrates.
Las civilizaciones antiguas empezaron representando lugares cercanos para ir paulatinamente incorporando más territorios hasta lograr dibujar, con el paso de los siglos, toda la superficie terrestre tal y como la conocemos hoy en día.
Tales de Mileto, en los siglos V y VI a. C. fue de los primeros en sugerir que la Tierra no era plana y sus discípulos, Estrabón y Anaximandro, empezaron a cartografiar los ríos y mares del planeta; pero eso sí, desde el concepto ecúmene, que representaba el mundo dos veces más grande de Este a Oeste que de Norte a Sur, con el Mediterráneo como epicentro.
Viajar para describir
En el 330 a. C. Piteas realiza el primer gran periplo con fines cartográficos y lograr visitar varios países del norte, entre ellos la isla de Thule, que podría identificarse tanto con la Islandia actual como con la península escandinava; pero fue Ptolomeo, cuyo trabajo se fundamentó en Marinus de Tiro, quien acuña en su Geographía conceptos globales y un estudio teórico sobre el tema.
Miguel García (@Milhaud) ha repasado 2.000 años de historia cartográfica en su cuenta de Twitter para recordar lo mucho que ha cambiado nuestro conocimiento de la superficie terrestre en estos dos milenios. De la observación visual a los satélites pasando por las travesías en barcos: